jueves, 27 de diciembre de 2012

Los dirigentes: ¿estrategas o hábiles comerciantes?


No es ningún secreto. Los partidos políticos, como tantas otras organizaciones, utilizan conocidas técnicas de venta para dar a conocer al público sus mensajes, esperando captar cuantos más clientes posibles que les compren su producto más preciado: el voto.
Siempre nos ha contado en las universidades y en las mejores escuelas de negocios que las estrategias de marketing son una aspecto clave en todo tipo de organizaciones. Podríamos decir que el estilo de dirección de una compañía o un grupo empresarial se define en función de cómo se da a conocer al mercado y en la forma en que hace público su producto, su servicio, sus objetivos o su programa de acción.
Si nos fijamos bien, no son muy diferentes las estrategias comerciales que siguen los grupos políticos a la hora de tomar decisiones y darlas a conocer a los ciudadanos de a pie. Muchas veces parece que en lugar de una estudiada estrategia de comunicación, lo que nos cuentan los dirigentes políticos es lo aprendido en un elemental cursillo de ventas al por menor cuando buscan atraer la simpatía de los ciudadanos votantes.
¿Ejemplos? Muchos. Veamos casos en los que los partidos políticos se dirigen a la ciudadanía para exponer sus ideas como si de una simple y llana promoción de ventas se tratara, siguiendo las alternativas previstas en la mismísima Ley de Ordenación del Comercio Minorista.

Así, vemos como aplican las estrategias de ventas en oferta a la hora de realizar su propia oferta electoral, dado que presentan su actividad destacando sus condiciones más favorables, o su menor coste para el ciudadano. De este modo dan a conocer sus nuevas propuestas para captar así mayor aceptación de las mismas. Sin embargo, no son tan cuidadosos a la hora de respetar la información que requiere este tipo de ofertas, que debe darse con total claridad. Por tanto la frase “donde dije… quise decir…” que tan comúnmente utilizan nuestros dirigentes no sería en modo alguno aceptable en este método de promoción de ventas.
Pero sí aplican sin dudar la cláusula de sustituir el producto por otro de similares características en el caso de disconformidad por parte de cliente. Son especialistas en realizar en tiempo record una promesa similar -pero distinta- a la inicial para dejar conforme al cliente/votante.

Qué podemos decir de la ventas en rebajas, que “solo” pueden hacerse en dos períodos al año ofreciendo los mismos productos que antes pero a menor precio -menos impuestos y más ayudas- y con la misma calidad. Especialmente aplican las rebajas cada cuatro años, con algunos períodos intermedios, coincidiendo mágicamente con los períodos electorales europeos, nacionales, autonómicos o locales. Menos mal que no aprovechan los dos meses de duración máxima de las rebajas. Una campaña electoral tan larga excedería cualquier límite soportable por el ciudadano medio.

En cuanto a la venta de saldos, es decir, de productos cuyo valor de mercado ha disminuido por deterioro, desperfecto u obsolescencia, encaja perfectamente entre nuestra clase política cuando deciden que es un momento idóneo para hacer caja mediante la venta de coches oficiales, enajenación de edificios y otros patrimonios públicos varios y cuadrar así las deficitarias cuentas. Últimamente es tan habitual este método de ventas que algunas administraciones públicas bien podrían añadir a su denominación la categoría de outlet o factory.

Una costumbre muy sana pero poco ejercida por los políticos es la de aplicar el método de ventas en liquidación que supone el cese parcial o total de la actividad en ejecución de una decisión judicial o administrativa. Pero claro está, pensar en ceses o dimisiones sobre todo si es tras una resolución judicial, suena a pérdida de apoyo popular y a posible crisis de gobierno, situación que no gusta nada a nuestros dirigentes y de la que huyen como del agua hirviendo. Claro está que este tipo de ventas dispone de un período máximo de tres meses -lo que no encaja con los ceses fulminantes- y exige no poder ejercer la actividad durante tres años siguientes, al menos en la misma localidad. Pero nada impediría volver a presentarse para ser elegido en otra localidad, o incluso por otro partido, lo que se podría considerar un “cambio de ramo o modificación sustancial del negocio”, fórmula ya prevista por la citada Ley de Ordenación del Comercio.

Sin duda, si hay algún método en el que los políticos se encuentran como pez en el agua es a través de la venta con obsequio o prima, en la que se utilizan regalos, premios o similares, fórmula ideal para distribuir en plena campaña electoral los mecheros, globos, bolígrafos, abanicos y demás quincalla, con entrega inmediata y directamente asociada al producto estrella: el voto. Ahora bien, se exige que las condiciones queden acreditadas ante notario y que no haya variación en la calidad ni en el precio de lo ofrecido, lo que supone una condición harto difícil de cumplir por la clase política, en lo que al programa electoral se refiere.

Finalmente, existe la denominada oferta de venta directa,  en la que el propio fabricante ofrece el producto directamente al público, la más adecuada en mítines, reuniones y visitas multitudinarias, en los que nuestros políticos reciben el feedback de sus incondicionales en olor de multitud. Música, luz, color, puesta en escena, discurso elaborado… todo es útil en este tipo de técnicas de venta.

Toda una serie de formas puramente comerciales de atraer el ansiado voto, que sin duda nuestros dirigentes conocen a fondo y dominan a la perfección.
Cuidan el mensaje con esmero, y al igual que antaño el Director General de Camp, nos dicen aquello de “busque, compare y si encuentra algo mejor…..vótelo”.
La duda siempre surge al valorar la calidad real del producto/programa que ofrecen. ¿Es fruto de una elaborada estrategia política o es solo puro marketing?

martes, 27 de noviembre de 2012

Tecnología y formación: aprender sin libros


Cómo cambian los tiempos.
Desde que se inventó la escritura y hasta los años 80, los libros eran el medio habitual de lectura y de estudio hasta que llegó el ordenador. Y ya en los 90, el ordenador suponía, a juicio de los padres, un riesgo que podía desconcentrar a sus hijos del estudio. Los chavales tenían que hacer pronto los deberes para poder sacar luego un rato y poder jugar con videojuegos, solo si les quedaba tiempo.
Incluso cuando no había todavía ordenadores en las casas, la alternativa para los modernos videojuegos eran los salones recreativos, que hoy son casi una especie en extinción. El amigo que tenía una videoconsola en su casa se convertía en el rey del colegio y todos querían que les invitara a su casa para echar unas partidas.
Eran tiempos donde aún el futbolín  el “pim-ball” competían con los comecocos y los marcianitos, las primeras máquinas que empezaban a parecerse -aunque remotamente- a los modernos videojuegos. Y eran los chavales que más tiempo dedicaban a jugar a las máquinas de videojuegos a los que menos tiempo les quedaba para dedicarlo al estudio, o mejor dicho, a la lectura de libros, que ahora sabemos que no es lo mismo.
Quién nos iba a decir que precisamente el sector de los videojuegos iba a estar entre los de mayor crecimiento y expectativa de futuro, incorporando la tecnología en imagen más puntera.
Muchos de los jóvenes que entonces se escapaban para jugar con videojuegos en lugar de leer libros de texto son ahora ingenieros informáticos o de telecomunicaciones, expertos en imagen digital o creativos de empresas de ocio con las últimas aplicaciones online. Las destrezas y habilidades que estos jóvenes obtuvieron con el uso de las máquinas de entonces, a buen seguro les han ayudado en su posterior desarrollo profesional, aunque solo haya sido porque con el mayor uso del ordenador han tenido la oportunidad de conocer mejores y más actualizados videojuegos.
Quién sabe si con los actuales métodos de enseñanza, basados en créditos varios de contenido cerrado y exámenes a superar, no estamos coartando la creatividad de profesionales que en un futuro demostrarán que había otra forma de aprender y de compartir y demostrar el conocimiento.
Entre tanto, hay cada vez más estudios que indican que la utilización de dispositivos online en las aulas y los trabajos en red se imponen al tradicional método de “estudio individual y prueba final”.
Para muestra, unos cuantos  botones:
- cada vez son más los  padres y madres que comprueban los deberes que tienen sus hijos vía WhatsApp y los profesores que crean blogs para que sus alumnos puedan consultar los contenidos vistos en clase y estar al día de las novedades.
- un 70% de los niños de 2 a 5 años saben usar un ratón de ordenador, mientras que solo el 11% saben atar los cordones de sus zapatos.
- un 90% de los estudiantes opinan que las tablets les pueden ayudar en el estudio más eficientemente que los libros tradicionales
- los e-books son en definitiva más económicos y asequibles para los estudiantes que los libros al uso.
- la gran mayoría de colegios utilizan redes sociales para poner al día a sus alumnos sobre anuncios y comunicaciones.
Buscando en la red he encontrado un par de infografías muy interesantes que ilustran lo que en breve tiempo parecerá obvio, porque ya es una realidad.
Aunque reconozcamoslo: entre tanto, seguiremos compatibilizando el uso de ordenadores, pdas, ebooks y tablets con ese antiguo y gran amigo que siempre nos ha acompañado hasta hoy: el libro en su versión papel. Y cuando no nos vean, echaremos una partida a los marcianos....



miércoles, 3 de octubre de 2012

Interinos


Están a nuestro alrededor y parece que siempre lo han estado. Solucionando los problemas que surgen en el día a día, sin importar cuál sea su complejidad, asumiendo los “marrones” que siempre surgen, aceptando el trabajo tedioso pero necesario, dedicados a la atención al público, a poner al día el archivo “histórico” que hay en toda oficina que se precie y elaborando completos resúmenes e informes de cada tema nuevo que llega al correo electrónico.
Siempre se acuerdan de los interinos para sustituir en vacaciones, para cubrir bajas inesperadas, para coser el roto y zurcir el descosido… A buen seguro hay una cláusula en sus contratos que incluye entre sus funciones: “para lo que haga falta”.
La duración de su contrato es en muchos casos una incógnita que depende de múltiples variables, entre las que se encuentra, por supuesto, la dotación presupuestaria del Capítulo de personal.
Hay interinos que acumulan muchos años de experiencia como tales. Tanto que se nos van haciendo mayores y nosotros también vamos creciendo con ellos. Pero el tiempo que pasa no vuelve y ya no son tan jóvenes cuando se van. Porque un día se van. Quién lo iba a decir, cuando todos estábamos acostumbrados a verlos ahí, con su sonrisa y buen hacer, sin quejarse, haciendo que parezca que no están, pero están. Vaya si están, y cómo se nota cuando ya no están. 
Cuando entran a trabajar tienen las más altas expectativas y a su familia encantada de que hayan metido la cabeza en la Administración. Todos ilusionados por la suerte que han tenido. Siempre se ha dicho que una vez que se entra en la Administración, ya no se sale, pero eso sucedía en otros tiempos. Ahora todo ha cambiado y el sueldo que cobra un interino un mes no se sabe si volverá a cobrarlo el siguiente.
Quiero personalizar esta historia en un interino al que llamaré Emiliano y que bien puede representar a muchos de los internos que han pasado por la Administración en los últimos años. Recuerdo la gran disposición de Emiliano desde el primer día que entró a trabajar. Recién titulado y ya tenía su primer trabajo. Enseguida supo cómo encargarse de las tareas más habituales y no mucho después de todas las demás. Sin darnos cuenta se convirtió en lo más parecido a alguien imprescindible, si es que alguien lo es en algún trabajo.
Derrochaba ilusión, dedicación, atención a sus compañeros y a toda la gente que demandaba sus servicios… Todos estábamos encantados con él. En fin, que él mismo creyó que había encontrado su sitio ideal para trabajar.
Cada tarde dedicaba muchas horas a preparar el temario que supuestamente iba a formar parte de las pruebas que tendría que superar para acceder a puestos similares al suyo de una forma definitiva.
Era raro el día que no explicara a sus compañeros cómo aplicar conocimientos nuevos que iba adquiriendo a medida que avanzaba en el estudio de la oposición que otros consideraban tediosa, larga y complicada, pero que él veía apasionante porque le abriría en su día la puerta definitiva de entrada a la Administración. “Quién iba a pensar que lo que estudias tendría alguna aplicación en el trabajo”, le comentaban no sin chanza sus compañeros, aunque en el fondo estaban encantados de saber que siempre estaba él para solventar cualquier duda que a alguien le surgiera, aún en otros departamentos distintos al suyo.
Alguien le explicó un día que este año no se había previsto publicar ninguna convocatoria de oposiciones para su puesto ni para otros similares. Se le entristeció el gesto porque esperaba la oportunidad de demostrar que era capaz de superar las pruebas dada la preparación que ya tenía, pero al momento recuperó su habitual ánimo y siguió trabajando, si cabe, con mayor dedicación aún. De cualquier modo, pensó, mientras no se convocaran oposiciones seguiría teniendo el privilegio de trabajar, y además en la que ya consideraba su oficina, con el trabajo que conocía bien y al que tanto aportaba. Solo era cuestión de tiempo el que volvieran a convocar las pruebas, al año siguiente.
Pero no se convocaron tampoco al siguiente año, y alguien empezó a comentar que dada la situación de restricción de gasto en la Administración, cualquier día empezarían a despedir a los interinos y hasta iban a congelar los sueldos. Es una exageración, dijeron unos. Hasta ahí podíamos llegar, dijeron otros. Pero Emiliano no dijo nada. Entendía que de algún modo, con mayor o menor sueldo, antes o después le llegaría el momento de superar la tan esperada oposición.
Pero no hubo tal, tampoco ese año. Tras la congelación vinieron las rebajas de enero, también para los sueldos públicos, interinos incluidos, y consecuentemente la temida reducción de plantillas.
Nadie sabe dónde, cómo ni cuándo se tomó la decisión, pero lo cierto es que sin que nadie lo esperara, Emiliano recibió un día su carta de preaviso. La notificación era un papel normal, de los que él estaba habituado a tramitar, de los que con su membrete y su sello distinguía la procedencia, el destinatario y el plazo. Ese plazo que era todo el tiempo que le quedaba para dedicarse a la tarea que, quien lo iba a decir, ya llevaba varios años desempeñando y que una vez pensó que era su tarea. Suya, su puesto y su sitio. Pero no, no era cierto. Nadie le dijo que la calidad en su labor, su especial esfuerzo, ese carisma que nadie como él tenía en el trabajo, no puntuaba en ninguna oposición. ¿Cómo lo explicaría en casa? Fue lo primero que le vino a la mente, porque le era muy difícil explicar por qué de entre todos los gastos que había que eliminar, era precisamente su sueldo el más prescindible. No es que creyera que su labor era más importante que la del resto de sus compañeros, pero él mismo recordaba haber elaborado informes que fueron muy reconocidos por sus jefes, en los que incluso proponía cambios que optimizaban el funcionamiento del departamento, haciendo que con el mismo esfuerzo, el resultado fuera mucho mejor que el acostumbrado y así poder abordar tareas nuevas, controlar mejor las que ya se venían haciendo y liberar además tiempo para que todo el mundo pudiera formarse.
Formarse. Eso había hecho él toda su vida desde que la memoria le alcanzaba. Siempre se había esforzado en estudiar porque disfrutaba de saber que cada día era más conocedor de las cosas, y más capaz de mejorar su entorno con las competencias que iba adquiriendo. Pero ahora se preguntaba en qué se había equivocado. Cuál era ese aspecto sutil que se le había pasado por alto y que hacía que se encontrara en total fuera de juego sin esperarlo y sin entenderlo.
Todo el mundo quiso despedirse de él el día que recogió sus cosas y su mesa quedó vacía. Pero nadie sabía cómo hacerlo, porque todos entendían que se había convertido en parte esencial de la organización y sin él la oficina ya no volvería a ser la misma.
Escuchó palabras de ánimo, de que eran cosas de la crisis, de que todo el mundo estaba afectado por los recortes, etc. etc. Pero él solo escuchó lo que sabía que era lo más importante: cuál sería su próximo paso a dar. ¿La oficina de empleo? Claro. Había mantenido activa su tarjeta de demandante en mejora de empleo todo ese tiempo, porque de un modo u otro le había permitido acudir a cursos de reciclaje relacionados con su especialidad. Pero esta vez no acudiría para informarse sobre la formación a recibir, sino para solicitar una prestación económica que le ayudaría económicamente mientras buscaba un nuevo empleo.
Sí, encontraría un nuevo empleo, superando nuevas pruebas de acceso, más entrevistas, buscando en la web, preguntando a los amigos, atento a cualquier oportunidad y, por qué no, incluso pensó en crear su propio empleo. Con los conocimientos y destrezas que ya había adquirido todo era posible. ¿Por qué no? ¿Por qué no ahora? Con más edad que la que tenía cuando entró a trabajar como interino en la Administración, pero también con más experiencia y más capacidad. Porque se sentía capaz y se sabía útil. Solo era cuestión de tiempo y de seguir esforzándose como siempre había hecho, como él sabía hacer.  
El tiempo pasó y muchas cosas le sucedieron después a Emiliano y a los que como él pasaron por la Administración  ocupando temporalmente un puesto de trabajo. Pero el resto de la historia solo puede contarla su protagonista. Eso le corresponderá a Emiliano. Quizá la historia aún no puede contarse porque está aún por suceder.

lunes, 30 de julio de 2012

Empleo y desempleo juvenil: evolución, situación y propuestas


A veces me pregunto si es ético publicar en frío y sin anestesia los datos de economía y de empleo. A pesar de que uno de los grandes logros de la sociedad actual ha sido el acceso inmediato, completo y de un modo claro y transparente a la información que nos afecta, a la vista de las noticias que nos llegan en los últimos tiempos, uno se pregunta si algún responsable de salud pública no debiera filtrar la información unos minutos antes de ser lanzada -así, sin avisar- a los mortales que corren el riesgo de sufrir un síncope si se toman de un trago las insufribles dosis de malas nuevas con que nos regalan cada día los medios de comunicación.  
No me puedo resistir a pensar si las cosas realmente están tan mal como nos las cuentan, o nos están engañando porque van aún peor y el filtro del responsable de salud pública está haciendo ya su compasiva labor.
Basta echar un pequeño vistazo a la EPA del segundo trimestre que publican los diferentes medios de comunicación para observar que además del record de ganar consecutivamente Eurocopa-Mundial-Eurocopa de fútbol, también hemos superado en España todos los registros con el mayor número de personas sin trabajo de la historia. Si ya de por sí llama la atención la tasa de no-empleo del 24,63%, lo que pone la carne de gallina es ver que nuestro futuro como país está más que comprometido sin consentimos mantener nada menos que un 53,28% de nuestros jóvenes sin encontrar su sitio en el mercado laboral. Esto supone que si no cambian las tornas pronto, nos podríamos llegar a acostumbrar a esta situación, lo que es peor aún. Sería tan grave como aceptar que fracasen más de la mitad de nuestros proyectos de futuro o que fueran fraudulentas la mayoría de las transacciones económicas, que nos engañaran en la mayoría de nuestras compras o que uno de cada dos billetes en circulación fuera falso… o que la mayor parte de las noticias que nos llegaran fueran falsas.
Para contrastar la información, siempre es bueno contrastarla con otras fuentes, así que echando un vistazo al documento publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo sobre tendencias de la juventud http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_180976.pdf
podemos ver que la crisis ha tenido en el mundo un efecto claro en el desempleo juvenil, aumentando desde el 2007 hasta hoy, alcanzando una tasa del 12,7% (lejos del 53,28% de España) y con una previsión de mantenerse en el mismo nivel hasta el 2016, especialmente en las economías desarrolladas y en los países europeos. Sin duda en España firmaríamos tener ese 12.7% y mantenerlo hasta el 2016 y muchos años más.
Es curioso ver que incluso en los países de creciente apogeo del este de Asia la tasa de desempleo juvenil en 2011 ha sido 2,8 veces superior a la tasa de paro de los adultos.
Pero entonces, ¿qué hacen los jóvenes del mundo cuando se sienten desalentados por la falta de trabajo? Muchos de ellos hacen lo lógico: continuar o ampliar sus estudios.
Deberíamos plantearnos qué consecuencias puede tener la escasa y tardía incorporación de los jóvenes al mercado laboral. En primer lugar es innegable que crece la ansiedad en los jóvenes ante la tardanza en tener posibilidades de probar sus cualidades y ser recompensados por su labor mediante un trabajo y un salario adecuados a su nivel profesional. Por otro lado, los jóvenes que consiguen algún trabajo lo hacen con contratos temporales, atrapados en baja productividad y sin oportunidades para pasar a un trabajo más permanente, de mayor productividad o mejor remunerado. Además , según la OIT, en las economías desarrolladas, los jóvenes están cada vez más empleados en trabajos no convencionales y la transición hacia el trabajo decente sigue siendo postergado. En España se ha promovido el contrato a tiempo parcial principalmente desde febrero de 2011, pero a pesar de su crecimiento no ha supuesto un descenso en el desempleo juvenil ni se ha desligado de su principal característica: la temporalidad. Al contrario, en este entorno de crisis, el empleo a tiempo parcial y el contrato temporal se convierte en muchos casos en la única opción disponible para los jóvenes de la Unión Europea, lo que tiene consecuencias nada favorables en el poder de negociación de los jóvenes, en las condiciones de seguridad en el trabajo y en la más acentuada dualidad en el mercado laboral. El empleo a tiempo parcial ha crecido más rápido entre los jóvenes que entre los adultos entre el segundo trimestre de 2008 y 2011, registrando un aumento de 11,8 puntos porcentuales en España, frente a un 3,6% de la Unión Europea. De igual modo, el crecimiento del empleo temporal entre los jóvenes ha aumentado 4,3 puntos, más del doble que entre los adultos.
No obstante, muchos jóvenes encuentran una solución en la incorporación a empresas de carácter familiar o en la creación de empleo por cuenta propia lo que facilita, paradójicamente, la creatividad y puesta en marcha de nuevas ideas que pueden dar lugar a empresas exitosas de futuro.
No hay duda de que el mejor escudo contra el desempleo es la mejora de la empleabilidad a través de una mayor y más actualizada formación. El hecho se hace aún más patente entre los “NINIS” que suponen al menos un 10% de los jóvenes, por lo que cobran especial prioridad el desarrollo de los servicios públicos de empleo y programas y medidas de políticas activas de empleo que motiven a los empleadores a incorporar  jóvenes a sus plantillas.
Pero más allá de la situación actual, las consecuencias a largo plazo de la crisis para los jóvenes deben tener una consideración aún mayor para evitar la pérdida de habilidades y la percepción negativa de los empresarios hacia los jóvenes que lleven un período prolongado en desempleo o en situación laboral inestable. O lo que es más importante, afectar a la expectativa y visión del trabajo y el valor del esfuerzo por parte de los jóvenes, que son los futuros profesionales de los que dependerá en breve nuestro mercado laboral.
Todos los esfuerzos serán pocos para evitar que los síntomas de hoy se conviertan en enfermedades crónicas de difícil recuperación en un mañana cada vez más cercano. Para ello es necesario destinar recursos a financiar las inversiones necesarias en materia de promoción de empleo juvenil. Sin embargo, las medidas de austeridad en la zona euro están provocando que los recursos y la financiación a este fin sea a menudo muy limitada, lo que supone un mal presagio para la deseada rápida recuperación del empleo de los jóvenes.
Deben por tanto promoverse estrategias sectoriales, eliminando restricciones a la inversión y desarrollando políticas activas de empleo diferentes que se adapten a las necesidades específicas de los jóvenes, tales como promover la creación de empleo directo en pequeñas empresas y cooperativas, potenciar los servicios de empleo, bolsas de trabajo y servicios de asesoramiento con implicación del sistema educativo, así como programas de desarrollo y reconocimiento de competencias. Sin olvidar las subvenciones e incentivos fiscales que impulsen la contratación de jóvenes por parte de los empleadores.
Es el momento de actuar, para que la crisis no se convierta principalmente en una crisis del empleo juvenil. El diálogo social es clave para crear sinergias positivas entre el desarrollo económico y social, reduciendo el miedo y la incertidumbre y evitar que la generación más preparada que ha existido se convierta en la ya denominada "generación perdida".

sábado, 30 de junio de 2012

El color de nuestros asuntos


La vida de antes era en blanco y negro. Así lo atestiguan los documentales y películas de épocas pretéritas. Luego, las cosas fueron tomando el color que nos permite distinguir mejor unas de otras y darles los matices que las hacen más interesantes, aunque hay parcelas de nuestra vida que se nos resisten. Por ejemplo, a la hora de clasificar los temas en los que trabajamos.

La tecnología nos ha permitido con los años incorporar gradualmente el color a los dispositivos que tenemos a nuestra disposición. Las imágenes que llegaban a los iniciales aparatos de televisión, las primeras fotocopiadoras o los mensajes a través del fax eran en blanco y negro, pero pronto nos acostumbramos a incorporar el color a nuestra forma de trabajar, de comunicarnos o de recibir información y nadie plantearía ahora una vuelta atrás restringiendo al blancoynegro las imágenes y documentos que manejamos cada día.

Por otro lado, en cualquier actividad laboral es importante que tengamos claras las prioridades en los asuntos con los que nos toca lidiar, para los que se hace necesario disponer de un sistema clasificación y organización de los ficheros y archivos, tanto físicos como informáticos, que nos permita localizar e identificar rápidamente cada asunto y darle la relevancia que, a nuestro juicio, merece cada tema que tenemos pendiente. Sin embargo, el color no se ha incorporado todavía a nuestros ficheros y archivos con la misma intensidad que lo ha hecho en el resto de nuestra actividad, siendo esta una asignatura pendiente que la evolución nos llevará sin duda a superar en breve.

Como reza la Ley Campoamor, en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira, de forma que haciendo gala de un particular subjetivismo, cada maestrillo tiene su librillo y un particular estilo de trabajo y por tanto de organización de los temas pendientes. Y para subjetividades y gustos, los colores, así que voy a permitirme hacer mi particular aportación a esta imparable evolución.

Estamos acostumbrados a clasificar los temas que tenemos entre manos por fechas, por localidades, por urgencia o por cuantía, pero me pregunto si seríamos capaces de hacer nuestra particular clasificación en función de lo que los temas suponen para nosotros, en función de si nos gustan, nos preocupan o nos interesan en mayor o menor medida. Y es aquí donde los colores pueden ayudarnos. Por ejemplo etiquetando los asuntos con el color que mejor identifique lo que cada tema supone para nosotros.

Empezando por lo más obvio, ante asuntos que nos acaban de llegar y no vemos inicialmente la forma de solucionarlos ni tenemos suficiente información, la mente se nos queda en blanco, y ese es el color de la etiqueta que le pondríamos.

Sin embargo, cuando ya vamos sabiendo del asunto comprobando que realmente no va a haber solución durante bastante tiempo, decimos que el futuro lo tenemos negro, con lo que también hemos encontrado el color con el que lo clasificaremos.

Si a las personas que no destacan en nada, no aportan iniciativas y se dedican a hacer labores rutinarias decimos que son personas grises, así clasificaremos los asuntos aburridos, que no evolucionan y que aportan poco valor añadido a la organización.

Por supuesto, si tenemos un asunto que nos cae sin haberlo pedido, que nos va a dar muchos quebraderos de cabeza y además tenemos todos los números para salir trasquilados, lo que tenemos es un marrón. Y de esos hay muchos en época de crisis, así que los pondremos de muchas tonalidades de marrón más o menos oscuro en función, sobre todo, de las consecuencias de que salga mal.

Hay asuntos que necesariamente hay que sacar adelante y que cada vez que sabemos que hay verdaderas dificultades para conseguirlo, nos hacen palidecer y sabemos que habrá que trabajar como chinos, con lo que lo más apropiado es el color amarillo.

Pero hay colores que pueden significar cosas distintas según la personalidad de cada uno. Por ejemplo, el color rojo podemos aplicarlo a los temas candentes, o bien a los que nos llevan a pérdidas y nos dan números rojos.

Reservaríamos el verde para los temas que suponen gran responsabilidad y criticables si se ponen en marcha, por lo que debido a ello nos podrían poner verdes.

O quizá visto de otro modo, siguiendo el simil del semáforo, tendrían el color rojo los temas en los que tenemos prohibido avanzar, verde si hay visto bueno a su puesta en marcha y amarillo si hay que ir frenando su ejecución.

Pero yendo a los colores más favorables, aquellos temas que supongan grandes oportunidades o nos abran grandes mercados en sectores en alza, nos acercan a los denominados océanos azules. Del mismo modo que otros temas que nos agradan porque están cumpliendo ampliamente sus expectativas iniciales, los vemos de color de rosa. Sin olvidar aquéllos que nos generan grandes beneficios y rendimientos por encima de lo previsto con un futuro brillante, que les asignaremos el color dorado.

Dejo por último el final feliz, con esos temas en los que se llega a un total acuerdo o que nos dan tantas satisfacciones una vez culminados, reservando para ellos el color vino, por supuesto de La Rioja, para brindar por ello.

Lo interesante es que podemos aprovechar a darle a cada asunto el color con el que mejor lo identifiquemos y además podemos aprovechar las distintas tonalidades que matizan el significado de cada uno. Así, de un vistazo veremos cómo evolucionan nuestros temas, según vayan creciendo los asuntos de color marrón y negro o los de color azul y dorado.

Y con independencia de que los colores nos pueden ayudar realmente a clasificar nuestro trabajo, a lo que seguro podremos aspirar, al menos, es a lograr que nuestros aburridos ficheros y archivos se conviertan en museo digno de la mismísima Ágata Ruiz de la Prada. 

jueves, 31 de mayo de 2012

La Reunionitis: diagnóstico y tratamiento


Pero,… ¿otra vez hay reunión?. Es la pregunta que muchos responsables se hacen cuando son convocados para tratar temas de la organización junto con otros miembros del equipo de trabajo.  Y es que la costumbre de celebrar reuniones en todo momento y para tratar todo tipo de asuntos se ha extendido en buena parte de los departamentos y entidades de cualquier calibre. Pero, ¿eso es bueno o malo?

Mejor analizarlo con detalle antes de sacar conclusiones precipitadas. Entre tener que acudir a múltiples reuniones o no participar en ninguna, siempre es mejor la primera opción. Qué duda cabe que para que exista coordinación entre los miembros de un equipo, es necesario hablar, exponer criterios y acordar líneas de acción comunes. Ahora bien, como todo en la vida, los excesos se pagan.

Tanto las organizaciones como las personas tienen a veces síntomas comunes que reflejan que algo falla. Hay enfermedades que requieren tratamiento especializado, por su importancia en la salud de un organismo y por lo que afecta a la calidad de vida, al futuro y a la propia supervivencia. Si esto es así en los seres vivos, no lo es menos si se trata del entorno laboral, donde la organización de una entidad o empresa depende muchas veces de la detección precoz de las causas que impiden un correcto funcionamiento.

Y es que no por ser habituales, hay que aceptar males que están extendidos. Uno de ellos es la reunionitis, o dicho de otro modo, errores que se producen en múltiples reuniones de trabajo y que pueden provocar que sean inútiles para los objetivos de la organización, mermando el escaso tiempo que se dispone para el trabajo efectivo y la toma de decisiones.  

Como en cualquier asunto complejo, lo mejor para conocerlo y mejorarlo es desagregarlo en los elementos que lo componen, analizar cada uno y así detectar cuándo estamos ante uno de ellos. Así que pasemos a presentar a los posibles miembros que componen una reunión para entender por qué muchas de ellas no alcanzan lo que pretenden. Seguro que con ciertas analogías y diferencias, todos nos hemos encontrado con situaciones y personas similares a las que presento, como miembros de una reunión.

El listo: en toda reunión que se precie, siempre destaca un participante muy particular que dispone de la información necesaria y la expone en el momento adecuado, con tono autosuficiente, no dejando la más mínima duda de que él sí se prepara las reuniones a conciencia y nadie puede pillarle en descuido,… para fastidio del resto.

El datos: en simbiosis con el listo, trae a cada reunión listados, cuentas, resultados, proyecciones… que pueden tener relación con lo que se trata quizá de una forma tangencial, pero no por ello se corta un pelo exponiendo sin duelo el último porcentaje.

El ideólogo: nadie sabe cómo, pero consigue que todos perciban que lo que declara, lo hace en nombre de la organización y no a título particular, aunque es muy común que con esto supla (o lo intente) la labor que le corresponde al verdadero responsable del equipo.

El oportunista: nada impide que una vez mediada la reunión, alguien que no ha abierto la boca hasta entonces porque no tiene realmente nada que decir, encuentra el momento de hacer su particular discurso (o speech como dicen los modernos) sin aportar nada en particular, salvo las cuatro ideas que le han quedado de lo que ha oído hasta entonces, pero dichas de otro modo para que no se note.

El enredador: siempre, sin excepción es la voz de la discordia, porque nunca le convencen los objetivos, ni lo expuesto, ni las conclusiones, pero (eso sí) consigue que haya enfrentamiento entre miembros del equipo (da igual quiénes), dado que ese sí es el objetivo que persigue.

El pacifista: por el contrario, este miembro del equipo contrarresta la sibilina labor del enredador, para que la sangre no llegue al río, aunque en ocasiones acabe él mismo ahogado en el intento.

El monólogos: es el más insufrible de todos, haciendo que nadie quiera ser convocado de nuevo el siguiente día, por no tener que escuchar y simular bostezos tras los inacabables minutos de “experta exposición”.

El aburrido: como el monólogos, pero sin lo de “experta exposición”, así que peor aún.

El gracioso: no podía faltar, ese compañero que se sabe todos los chistes y es capaz de ingeniar todas las bromas imaginables sobre los miembros del equipo y de fuera del equipo, chascarrillos incluidos, que anima la reunión en la misma medida que hace que la misma pierda de vista sus objetivos.

El despistador: en línea con el gracioso, solo que sin gracia, habla de cualquier cosa que no tenga que ver con la reunión, sabiendo que cuanto más despiste, menos tiempo queda para tratar los temas propios para los que ha sido citado.

El negativo: no importa de qué se hable porque siempre tendrá una visión pesimista sobre resultados posibles o alternativas de acción.

El optimista: tan peligroso como el negativo, cualquier cosa puede parecerle excelente y tiene que salir bien por Decreto o inspiración divina, sin tener en cuenta los medios ni tiempo a emplear para que sea rentable o efectivo.

El interruptor: tiene que hablar y cortar el argumento de cualquiera que aporte algo coherente antes de que llegue a alguna conclusión o compromiso del grupo, sin importarle en exceso el respeto a quien tiene la palabra en cada momento.

El tímido: lo pasa fatal cada vez que no le queda más remedio que intervenir pero sabiendo, él y todos, que tiene mucho que aportar, por lo que todos le escuchan con interés, acrecentando con ello aún más su timidez.

El resúmenes: su objetivo es tener la última palabra en cada tema tratado y qué forma mejor que resumir lo tratado haciendo más fácil la redacción del acta.

Y finalmente llegamos al único miembro que no puede faltar en una reunión:

El imprescindible: un líder, alguien que convoca (con tiempo suficiente) la reunión, decide quién participa en la misma, prepara el orden del día, dirige el turno de palabra y mide los tiempos, llegando a conclusiones y compromisos claros y con calendario de cumplimiento conocido por todos. Su mayor reto consiste en lograr que cada participante aporte solamente aquello que interesa a la organización y no a cada uno de ellos en particular, tarea nada fácil, porque no es fácil ser un líder y menos aún ser reconocido como tal. En definitiva, debe diagnosticar, tratar y curar la reunionitis, antes de que la organización se contagie de sus males.

Seguro que podemos identificar en nuestro entorno personas con estos 16 perfiles y muchos otros que hacen de las reuniones algo atractivo, curioso e incluso útil.

viernes, 27 de abril de 2012

El empleo que viene


Intentemos imaginar la cara de nuestro jefe si un día llegamos al trabajo y le soltamos así, de sopetón: “Hola jefe, que he pensado que hoy voy a dedicar la mitad de mi jornada de trabajo entre la cafetería y el gimnasio, porque así seré más productivo y creativo”.
Primero, se sorprenderá, luego se le irá escapando esa sonrisa socarrona que los jefes ensayan al menos una vez al mes antes de lanzar su ultimatum, y ya por último nos lanzará efectivamente un último ultimatum en ese tono imperativo que no requiere mayor aclaración. Seguro.
Pues sabed que este jefe está trasnochado y no sigue los mejores ejemplos organizativo-estratégicos de las grandes empresas del momento. Así nos va, por no seguir los grandes consejos de las empresas innovadoras de futuro prometedor.
Y es que la labor de los jefes es cada vez más complicada y poco reconocida, pobres. Me explico. Con la que está cayendo, sin previsión de que la recesión deje a nadie levantar cabeza al menos en los próximos doce meses, los jefes tienen que salvar la situación de la empresa, destinando los menores recursos posibles, o lo que es peor, a pesar de los cambios en los recursos de que disponen, los que le quitan o los que le llegan.
Tratar de superar la crisis, pase. ¿Quién dijo miedo?. Pero adaptarse a los nuevos y modernos métodos de gestión, ya es harina de otro costal, porque los nuevos jefes que ahora llaman CEOs (Chief Executive Officer o Director Ejecutivo, para los amigos) están convencidos de que para fomentar el talento, tan necesario en nuestros tiempos, hay que dirigir la empresa de manera muy distinta a la tradicional.
Así, si al llegar a la empresa el jefe se encuentra a sus empleados charlando amigablemente en corrillos, fuera de sus puestos de trabajo, no ha de enfadarse, no. Al contrario, participará en los grupitos aportando en lo posible los últimos chistes y chismorreos del momento. Porque eso se llama fomentar la comunicación interna, coparticipación y mejora del clima interno, donde la satisfacción del trabajador es condición sine qua non para conseguir luego que el todopoderoso cliente esté igual de contento.
Si un nuevo “fichaje” que acaba de llegar a la empresa se encuentra con que sus compañeros le han cambiado de sitio los ficheros del ordenador con el correspondiente virus gracioso, o se queda sospechosamente encerrado dos horas en el archivo (sin cobertura, por supuesto) no son novatadas propiamente dichas, sino programas de acogida y aprendizaje inicial, que hay que aplaudir y fomentar porque refuerzan la cultura de la organización.
Si resulta que Rodríguez aún no ha preparado la información para elaborar el informe ejecutivo a presentar en el Consejo de Administración de hoy, porque ha estado liado con el cursillo de inglés básico o de iniciación al word, tranquilo que no pasa nada. Lo importante es fomentar y promover los programas de formación interna en la empresa que hará que ésta sea más competitiva y que incluso Rodríguez refuerce nuestra imagen de marca. Pero si por un imperdonable arrebato, el jefe pretende despedir a Rodríguez tras meses de continuos incumplimientos y ausencias por cursos y cursillos, se ha de arrepentir de inmediato cuando descubra que el susodicho aceptó firmar un pacto de permanencia por el que no abandonará la empresa en varios años, dado que la organización no puede permitirse perder un trabajador en el que se ha invertido tanta y tanta formación. Y eso que para entrar en la empresa destacaban en su curriculum sus amplios conocimientos en idiomas e informática.
Poco debe importar que llegara a la empresa enchufado por el responsable de compras, porque las buenas empresas tienen en marcha los denominados programas de referidos, en los que incluso se otorgan incentivos a los empleados que propongan candidatos que finalmente resulten contratados.
Y lo curioso es que además Rodríguez acaba siendo efectivamente un trabajador más formado que su propio jefe, con lo que a éste le empiezan a llegar rumores de que su puesto puede ser ocupado por el propio Rodríguez. Pero lejos de pensar en el concepto tradicional de “trepa” y de los temores y temblores por la inminente pérdida de su propio estatus que le asaltan, el jefe ha de pensar que toda buena empresa busca el talento entre sus propios empleados mediante las novedosas herramientas de autodiagnóstico, favoreciendo que los empleados ocupen nuevos cargos y responsabilidades mejorando sus perfiles profesionales. Así que solo le queda felicitar a Rodríguez por sus éxitos y progresos. 
¿Qué ocurre si el jefe encuentra a uno de sus empleados haciendo uso no autorizado de información confidencial de la empresa para crear un negocio paralelo?. Nada, nada, no nos alarmemos por la competencia que pudiera hacer a la compañía creando una nueva empresa, porque a buen seguro está trabajando en un spin-off, o “empresa-incubadora” en el seno de la propia empresa que puede resultar incluso más rentable que ésta a largo plazo.
Cuando los empleados se empeñen en no seguir el procedimiento establecido ni el manual de gestión de la empresa, no se trata de ninguna rebelión, sino de la innovación estratégica que tanto buscan las empresas de mayor proyección.
Si los empleados se pasan el día tomando cafelillos, haciendo entre ellos catas de múltiples infusiones y sugiriendo incluso mayor variedad en los sabores, no significa que no aporten con ello valor añadido a la empresa, porque en esto se basa una empresa tan exitosa como Starbucks. Y empresas de este calibre no pueden estar equivocadas.
Así que con este panorama, lo mejor que puede hacer un buen jefe para estar a tono con los tiempos que corren es facilitar a sus empleados cualquier cosa que deseen, como por ejemplo mascotas, comida sana, cafeterías gratuitas, salas de snaks, peluquerías, gimnasio, médicos, autobuses, lavandería, guardería y hasta una notaría propia de la empresa. Y si hay dudas sobre esto, que le pregunten a Google que sigue esta política y está considerada como una de las mejores empresas en las que trabajar.
Malos tiempos para los jefes. Pero quizá no debamos pensar que la dificultad mayor la encuentran en tratar de superar la crisis económica, sino en los retos mucho más complejos que suponen estas nuevas iniciativas estratégicas de atracción del talento que empiezan a caracterizar el empleo  actual y más aún el empleo que viene.

sábado, 24 de marzo de 2012

La Constitución de 2212


Me pregunto cómo será la Constitución de dentro de 200 años. El día del padre siempre es un día especial, pero este año ha tenido un valor añadido. Recordábamos lo que hace nada menos que 200 años sucedía en España, celebrando la que fue la primera Constitución considerada democrática en nuestro país: La Pepa.
Como si hubiéramos estado entonces en Cádiz, hasta nos hemos atrevido a compararla con la Constitución actual, pero hay que tener en cuenta cómo era la sociedad de aquel momento para poder juzgarla como merece. La Pepa pretendía salir del llamado Antiguo Régimen, manteniendo eso sí la figura del Rey, pero que luego les salió rana. Justo al revés de lo que pasa en los cuentos cuando se besa al sapo para convertirlo en príncipe.
En la historia han existido siempre monarcas y jerarcas con mayor o menor poder en sus distintas denominaciones: Rey, Emperador, Zar, César, Führer, Caudillo, Faraón, Papa,… y hasta Presidente de la comunidad de vecinos. Pero aunque estemos ahora acostumbrados a regímenes democráticos, lo cierto es que la participación ciudadana en las decisiones de los países es un invento moderno porque, salvando ejemplos atípicos como la Grecia Antigua, lo más habitual en la historia ha sido el absolutismo. Me pregunto si dentro de otros 200 años habremos avanzado hacia una mayor democracia o pesará más la recalcitrante historia.
¿Qué pensarían los españolitos de 1812 sobre nuestra actual Constitución? Seguro que desde su mentalidad no todo les parecerían avances y probablemente muchos Artículos de la Constitución de 1978 les escandalizarían.  Por la misma razón, si fuéramos capaces ahora de adivinar cómo será la Constitución de 2212, muchos aspectos de la misma, sin duda, también a nosotros nos sorprenderían. Para los ciudadanos de dentro de dos siglos, nosotros también somos un “Antiguo Régimen”.
La literatura nos ha obsequiado con auténticos visionarios que han ayudado a imaginar el futuro en cada momento. Poco después de La Pepa, en 1828, nacía Julio Verne que casi merece la categoría de adivino. Y en nuestros días Isaac Asimov, que nos dejó en 1992, fue un auténtico adelantado a su tiempo escribiendo sobre innovaciones difíciles de imaginar cuando escribió sobre ellas, pero que ahora vemos con total normalidad, como Internet (Multivac), robótica avanzada, vehículos dirigidos por ordenador y tantos otros avances tecnológicos.
Pero, ¿qué elementos serán claves para definir nuestro futuro dentro de 200 años?. Quizá tendrán mucho que ver con aspectos como la planificación, el control y la centralización del poder, el aprovechamiento energético, la vida en el espacio o en el fondo marino, avances genéticos y fecundación dirigida, preparados alimentarios, ampliación de la expectativa de vida y de trabajo o los viajes virtuales en el lugar y en el tiempo.
¿Nos podríamos atrever a imaginar las leyes de dentro de 200 años aunque algunos aspectos nos resulten ahora incómodos o nos produzcan incluso rechazo desde nuestro actual punto de vista?. Algunas cosas cambiarán y otras seguirán más o menos igual, pero quién sabe si eligiendo 10 Artículos de la futura  Constitución de 2212 podrían decir algo así como:

Art 1 Todos los habitantes humanos del planeta y mundos exteriores tendrán los mismos derechos y deberes.
Art 2 El derecho a la vida y a la muerte de las personas se decidirá por consenso del Consejo Universal de Vida y de Muerte.
Art 3 La propiedad y el uso de bienes se respetará exclusivamente para su utilización en el momento que sea beneficioso para el bien común.
Art 4 La energía se producirá en función de necesidades previamente previstas, sin poner en riesgo la sostenibilidad del planeta y de las estaciones y planetas habitados.
Art 5 La evolución de las especies se preservará en base al Plan Evolutivo Universal, eliminando individuos excedentes y generando otros más evolucionados.
Art 6 El trabajo será un derecho para quien desee ejercerlo y una obligación para quienes tengan a su cargo servicios esenciales para la comunidad mundial, sin poner en riesgo el equilibrio productivo asistido, realizado por los ciborgs en base al Plan de Producción Universal.
Art 7 Las Comunidades Independientes podrán vivir en los lugares asignados para ello, siendo voluntaria su pertenencia a unas u otras, y tendrán un funcionamiento aparte de la Comunidad Universal, sin participar en sus beneficios ni pérdidas, tampoco en las obligaciones ni derechos de la misma, disponiendo de autosuficiencia total en su régimen productivo.
Art 8 Los conflictos entre Comunidades Independientes o entre éstas y la Comunidad Universal se resolverán mediante veredicto del Ordenador Universal, estando prohibido el uso de cualquier tipo de violencia para resolver las discrepancias.
Art 9  Cualquier ciudadano podrá solicitar voluntariamente participar en un proceso de congelación-estabilización-criogenización, en modo individual o en grupo, para ser nuevamente operativo en el año que decida dentro de los siguientes 200 años o cuando los recursos universales lo permitan.
Art 10 Cualquier ciudadano podrá incumplir cualquiera de los Artículos de la presente Constitución, siempre que lo haga voluntariamente y no ponga en riesgo ni perjudique al resto de ciudadanos actuales o futuros.


Aunque lo más probable sin duda, es que la Constitución de 2212 no se parezca en nada a estos artículos, no está de más que desde ahora empecemos ya a redactarlos, porque con lo lenta que es la burocracia, quizá no lleguemos a tiempo.
Y ya sabemos que como asegura el dicho popular: “dentro de 100 (o 200) años…. todos calvos”.

 http://img.irtve.es/imagenes/cadiz/1331714032425.jpg

miércoles, 29 de febrero de 2012

Españoles del mundo


Por fin se acabó la autarquía intelectual. Por fin tenemos españolitos jóvenes que saben muy bien dar la talla entre los grandes, entre los que marcan la pauta. Y eso es así porque han visto mundo, porque conocen de primera mano cómo se mueven los hilos en el ámbito empresarial internacional sin tener que preguntar a algún colega americano o alemán, sino aportando su opinión y aportando soluciones tan válidas como las que más a la hora de decidir el futuro en inversiones y proyectos de calado.
No es casualidad. Es el resultado del impulso que un día recibieron a través de programas de financiación europea tan conocidos como Leonardo, Sócrates, Erasmus, Petra, Comett y tantos otros que en su día abrieron la puerta y la mente de muchos estudiantes y titulados españoles que descubrieron que tras los Pirineos había, además de guiris, muchas opciones de aprender otras formas de hacer, estudiar y trabajar. Muchas oportunidades para demostrar que eran (y son) tan buenos o mejores que los estudiantes y trabajadores de los países “más avanzados” de Europa y del mundo.
Muchos de ellos ya están de vuelta entre nosotros dirigiendo importantes departamentos en empresas muy relevantes, creando sus propias empresas, tomando decisiones y liderando proyectos internacionales (y locales) con una visión abierta y dando una oportunidad a eso que llaman innovación, que no es otra cosa que atreverse a hacer las cosas de otro modo para comprobar que se pueden mejorar.
Les hubiera sido más difícil hacerlo si solo hubieran conocido el entorno inmediato, seguro y cercano de su pueblo o ciudad, si supieran afrontar los retos solo de una manera, sin un contraste con otras formas de ver la vida y el trabajo, sin esas propuestas a veces extrañas pero eficaces de abordar situaciones nuevas que solo se conocen cuando se asoma la cabeza por la enorme rendija del resto del mundo.
El esfuerzo de dejar el ambiente habitual para salir a estudiar o trabajar a otro país es antes o después recompensado. En primer lugar por la experiencia personal de quien lo vive, y en segundo lugar por el mayor reconocimiento profesional que, cada vez más, las empresas saben ver en quien es capaz de solucionar de un modo atrevido y distinto cuestiones relacionadas con el trabajo del día a día. Y eso, no lo olvidemos, es dinero para las empresas porque supone muchas veces un SÍ o un NO a un nuevo contrato, a una propuesta de colaboración profesional de interés o a un importante cliente que de otro modo sería inaccesible.
Los españolitos vamos ganando terreno, palmo a palmo, a ese histórico déficit en conocimiento y dominio de idiomas, especialmente en el idioma internacional de la empresa: el inglés, con permiso del alemán en ingeniería o el francés y japonés en otras disciplinas e incluso el chino como idioma de futuro.
Pero el mayor triunfo lo estamos consiguiendo en esa otra alfabetización, que es la cultural, la del conocimiento y la del trabajo compartido en y con la red de redes.
Me sorprende ver, leer y escuchar visiones muy distintas, que alertan sobre la mal denominada “fuga de cerebros”, sin tener en cuenta el enorme valor añadido que incorporan quienes vuelven a casa con la experiencia y conocimientos aprendidos en otros lares y ambientes bien distintos del de nuestro país. Son esos trabajadores “retornados” tras una estancia en otro país los que mejor pueden dar pautas y soluciones alternativas a las que machaconamente venimos utilizando y que a base de repetirlas (o quizá por ello) no dan los resultados esperados, especialmente cuando las cosas cambian tan rápido.
La mayor “fuga intelectual” se produciría si no permitiéramos desarrollar todo el potencial que disponemos, no dejándolo funcionar en entornos diferentes al habitual. Es un coste-oportunidad que difícilmente podríamos recuperar. Porque además, los países que incorporan a su PIB un importante porcentaje de I+D+i no dudan en enviar a sus jóvenes a prepararse en otros países, con esa visión internacional presente ya en cualquier profesión.
Con el avance de la temida, denostada y malentendida globalización, más nos vale que acuñemos cuanto antes un nuevo significado al PIB: Producto Internacional Bruto, porque en el mundo empresarial, las fronteras son cada vez más delgadas y pierden el sentido que alguna vez tuvieron, si es que lo tuvieron alguna vez. Dejemos la autarquía para los libros de historia.
Más que españoles por el mundo, como dice la tele, hemos de ser españoles del mundo, que entendamos como lógica una forma más avanzada de relacionarnos, que resida en aportar y distribuir ideas y conocimiento (mil gracias, internet), en el liderazgo compartido, con una visión de las relaciones laborales en las que conceptos como igualdad de género o conciliación ya ni se contemplen por innecesarios, al estar plenamente asumidos.
Y si les preguntamos a nuestros jóvenes, sabemos según los últimos estudios de movilidad laboral internacional que seis de cada diez están dispuestos a trabajar al extranjero. ¿Por motivo de la crisis? Quizá, pero también por lo mucho que aporta ser ciudadano del mundo, para volver luego aquí y demostrar las nuevas capacidades adquiridas, o bien quedarse a vivir en otro país el tiempo que sea necesario, quién sabe si creando proyectos y desarrollando ideas que después otros, españoles o no, puedan también compartir e incluso mejorar.
Es lo bueno de ser del mundo mundial y que las distancias sean cada vez más cortas. No lo desaprovechemos.

domingo, 12 de febrero de 2012

EL PODER DE SAN VALENTÍN

Dicen que la primavera la sangre altera. Este dicho popular debe de tener algo de cierto, aunque no altera por igual a todo el mundo, a la vista de las distintas acciones y reacciones que pueden verse en estas fechas. Me da la impresión de que San Valentín está haciendo de las suyas en los días cercanos a su anual aniversario en el calendario.
Se dice que el amor no conoce límites, que afecta a todos los ámbitos de la vida. Y ciertamente hay ejemplos que nos hacen pensar que así es. Me parece que San Valentín está revoltoso y se ha cansado de trabajar exclusivamente para que las aspiraciones y suspiros de los enamorados lleguen a buen puerto. No solo se limita a recordarnos una vez al año lo mucho que estamos enamorados de nuestra media naranja, sino que esta vez se le ha ido la mano enredando en otro tipo de amores.

Este año le ha dado por poner su mayor empeño en echar una mano a los amantes de la justicia. La Justicia con mayúsculas, la que hace que nos interesemos por el quehacer de jueces, fiscales, abogados, acusados, testigos…. Para que luego digan que el trabajo en los juzgados es monótono y aburrido. Los funcionarios de la administración de justicia tienen que estar encantados de trabajar en lugares tan apasionantes.
Vamos, que están de moda en los últimos tiempos los casos más sonados que se recuerdan en el ámbito judicial en nuestro país. Quizá lo que sucede es que existe una confabulación entre Cupido y San Valentín, o bien que han hecho una apuesta entre ambos para ver quién se lleva más titulares.

El juez Garzón ha sido juzgado, y además apartado de su profesión por otros jueces. Todo queda en casa. Él asegura que lo que hizo fue por amor a la verdad y a la justicia. No me atrevo a imaginar el revuelo y titulares que generaría en la prensa deportiva y de sucesos si un árbitro de fútbol expulsara con tarjeta roja directa a un juez de línea (juez al fin y al cabo). Eso sí, seguro que el árbitro alegaría también amor a la profesión para justificar el hecho.

El ya expresidente Camps  también ha pasado por los juzgados y en este caso se ha traducido en  una innegable pasión, más que amor, por la elegancia y el buen gusto en el vestir. Con lo ancho que se ha quedado Camps, hay quien duda de si cabrá en los trajes.

Y qué decir del Campeón en elegir lugares para reuniones de trabajo. Dónde mejor que en gasolineras: esos lugares que aportan buen gusto, excelente gastronomía, interesante compañía y que además aportan esa dosis extra de energía de 98 octanos que algún dirigente necesita. Combustible refinado, donde los haya, para que fluya la amistad entre empresarios, políticos, farmacéuticos,… Gracias, San Valentín.

Y qué decir del amor incondicional a los demás que realizan en ONGs algunas personalidades cercanas (que ya no pertenecientes) a la realeza. Lo que no alcanzo a comprender bien es la necesidad de asegurar el dinero recaudado en paraísos fiscales. Debe ser para evitar que la fiscalidad reduzca la cuantía que generosamente está predestinada a favorecer a los menos favorecidos.

Y para solaz de nuestros galos vecinos, a Contador también le ha llegado su particular sentencia, por amor al deporte limpio según dicen unos tribunales foráneos, aunque nadie comprende qué hay de limpio en imponer la mayor sanción sin estar demostrada la culpabilidad.  

Analizando cualquiera de los casos y lo que alegan cada uno de los imputados, se aprecia un innegable amor por los demás con una absoluta y abnegada generosidad, aunque no me atrevo a darles a ellos todo el mérito. Seguro que San Valentín, con o sin su colega Cupido, ha tenido mucho que ver y se lo ha puesto fácil.
Tanto amor por la justicia y por el bien de la sociedad, hace pensar en establecer un nuevo sistema de retribución para jueces y destacados dirigentes. En lugar de retribución dineraria, en unos casos se puede establecer el pago en especie en forma de vestimenta elegante, gasolina, títulos nobiliarios o chuletones de Ávila. En otros casos, basta ver lo felices que son con su servicio a la sociedad y a su profesión para pensar que se dan ya por bien pagados con poder ejercer su labor. 

Cada vez que veo las noticias con las que nos regalan cada día nuestros periodistas en temas judiciales,  vuelvo a mirar el calendario por si nos lo han cambiado y en vez de estar en tiempo de San Valentín estemos rondando el día de los Santos Inocentes.

viernes, 27 de enero de 2012

Las 3 Bes (BBB)

En plena época de constante y necesaria innovación, donde mantener un negocio o un empleo parece empeño de héroes, buscamos ejemplos de superación y casos de personas y empresas que siguen buscando una salida distinta a la de tirar la toalla.
"Compra, Carlos. Compra". Eso me decía el joven subsahariano, al que llamaré Bernabé, que con su mejor sonrisa, relojes en mano, CDs de lo más variopinto, camisetas con nombres parecidos a marcas muy famosas y cualquier cosa que se pueda imaginar que no necesita en absoluto un veraneante en la playa, se dirigía a mi con esa paciencia infinita que tienen a gala solo los jóvenes que saben que han de pelear cada día por conseguir lo suficiente para sobrevivir.
Resulta que en plena crisis, hay negocios que persisten contra viento y marea, como el de los vendedores ambulantes de las zonas turísticas, que dominan la práctica de una ley económica que ha demostrado su eficacia en cualquier circunstancia del mercado. Es la denominada ley de las tres BES: Bueno, Bonito, Barato.
Y si nos paramos a pensar, no es tan extraño que un negocio así se mantenga y prospere. Nuestro amigo Bernabé solo aplica el sentido común y además sigue las normas de cualquier empresa que se precie. No hay más que analizar despacio la “Ley de las tres Bes”:
Bueno: calidad, garantía, rendimiento.
Bonito: diseño, estética, gustos del cliente, imagen.
Barato: precio competitivo, minimización de costes, ajuste de márgenes.

Preguntemos a las empresas más competitivas y nos dirán que estos son los conceptos que tienen siempre como “marca de la casa”. Me temo, no obstante, que el nivel de beneficio obtenido en las transacciones de este joven y el de las empresas de éxito está más que distante.
Pero profundicemos algo más. Cuando muchas empresas que siempre se han considerado bien gestionadas no consiguen superar la crisis, encontramos a Bernabé que, con o sin crisis, sigue ahí. Peleando, superando momentos buenos y malos,….pero ahí está, con su empresa unipersonal, buscando clientes en la costa.
En fin, que mientras empresas importantes siguen negociando con nuevos proveedores para evitar que escaseen las necesarias materias primas, alguien siempre suministra a Bernabé los productos que vende. Alguien que se lleva buena parte de su exigua recaudación, pero Bernabé lo acepta porque así tiene el suministro asegurado y además sabe que no le quedan muchas más opciones.
Las empresas tratan de minimizar costes, a duras penas, mientras nuestro amigo ya tiene minimizados todos los costes desde el inicio de su negocio… porque no hay costes, salvo la manta que extiende en el suelo que recoge rápida y hábilmente cada vez que hay que echar a correr cuando la despliega en lugares o momentos no autorizados para ello. El fuerte del negocio (el core business que dirían los anglófonos) de Bernabé no está basado precisamente la garantía del producto, pero sí unos costes internos muy reducidos con una clara repercusión en el precio final y un perfecto conocimiento de las “debilidades” del cliente potencial.
Con la mano en el corazón, siendo sinceros: ¿Qué buscamos muchas veces los consumidores?. Concluiremos que no está nada mal comprar algo que parece útil (Bueno), además de tener buen aspecto (Bonito) y además…. con buen precio (Barato). Una vez más, BBB. Por eso no es de extrañar que con lo que aprieta la situación, cada vez más se espera a las ansiadas REBAJAS. Los comercios tratan de mejorar los resultados que han ido a menos en los últimos años. Pero aunque las actuales rebajas de invierno habían empezado muy fuertes, con mucha gente en la calle (quien sabe si para “devolver regalos”), las ventas pronto han empezado a flaquear y los resultados no van a ser precisamente espectaculares, según las últimas previsiones. Además siempre se espera al Remate Final, retrasando compras y tratando de exprimir una vez más la variable precio, es decir, la B de Barato.
Todo evoluciona y también las estrategias de negocio, en permanente innovación. Pero hay reglas que no cambian porque siempre están en vigor. Esto es lo que el amigo Bernabé, seguro que más por necesidad que por convencimiento, lleva aplicando día a día y año a año: la Ley de las tres Bes.
Aunque me sigue quedando la duda de si Bernabé es quizá un auténtico innovador que ha inventado una nueva Ley, la de las tres Ces, cuando me dice eso de: “Compra, Carlos. Compra.”

sábado, 7 de enero de 2012

La moda de lo “mini”


Comenzó en los años sesenta. Quién no recuerda aquella minifalda que lucían las entonces jóvenes que creían estar cambiando el mundo y que no le gustaba nada a Manolo Escobar cuando su novia se la ponía para ir a los toros. Casi a la vez se inventó el Mini Morris, aquel revolucionario automóvil que cabía en un zapato y aunque no había entonces problemas de aparcamiento, tenía una mezcla de esnobismo y revolución a la vez. Era menos que un coche en tamaño y más que un coche en concepto. Quizá sea por eso que ha vuelto.
Cambiar el tamaño de los billetes nos costó algo más, pero también fuimos evolucionando desde ese billete verde de mil pesetas que presidían los Reyes Católicos, solo aptos para carteras de un palmo, hasta los que luego vinieron más reducidos en tamaño con el mismo valor nominal pero mucho menor valor real, como advirtiéndonos que un billete de mil ya no era lo que había sido antaño. Y así hasta el actual minibillete de cinco euros que en pesetas serían 831,93 o sea, casi mil, pero con el que puedes comprar menos que entonces con un billete de Manuel de Falla.
Pero, quién diría que hemos cambiado tanto a la vista de las minifaldas de ahora, más caras cuanto menos tela necesitan, y del tamaño de algunos indispensables aparatos, como los teléfonos móviles, que han llegado a ser tan pequeños que no me extraña que en Hispanoamérica les llamen “celulares”.
Y por si era poco, otro elemento tan indispensable en nuestras vidas como el ordenador personal ha pasado de ocupar toda nuestra mesa de trabajo a tener el tamaño de los portátiles, miniportátiles, ipad, ipod y ya se habla de generalizar el reloj-ordenador para dentro de muy poco.
Y eso no es todo. Basta con comparar el tamaño de la ropa interior, desde la pernera larga y casi cuello vuelto de nuestros abuelos hasta los actuales tangas que se han convertido en “ropa exterior” para los que se empeñan en exhibir pantalones con cinturas de tiro bajo.
No sé de qué nos extrañamos de que las actuales cuentas públicas sean más bien minipresupuestos aunque, eso sí, motivados por la crisis. Pero casi estoy tentado a pensar que la tentación de seguir la ola de la progresiva reducción en casi todo, algo habrá tenido que ver.
Como no podía ser menos, la moda de lo “mini” ha aparecido también en el ámbito laboral y así se empieza a hablar de los miniempleos, o minijobs, como les gusta decir a los sajones. Todo un chollo que incluye cotización a Hacienda y pensiones a la Seguridad Social, cubre bajas por enfermedad y maternidad, vacaciones pagadas, el trabajador no paga impuestos y puede compatibilizar con estudios, ayudas sociales y al transporte por el módico e increíble precio de… 400 euros!! Cómo no va a ser una gran oportunidad si siete millones de nuestros vecinos listos de la Germania lo están probando ya. Un consejo: antes de consumir este producto lea detenidamente las instrucciones de uso y consulte a su farmacéutico. Le hará falta. Resulta que la mágica fórmula que nos aconseja el Banco Central Europeo no ha conseguido que se conviertan después en empleos estables en Alemania, como pretendía su diseño original. Me cuentan también que su uso se ha ceñido a trabajos que exigen escasa o nula cualificación. Vamos, justo lo que necesitamos para afrontar con éxito esta crisis. Si algo se nos va a exigir para salir de esta, es disponer de buenos profesionales que afronten con éxito los nuevos empleos, o mejor dicho, las nuevas formas de trabajar y de relacionarse entre personas y entre empresas.
Más aún si ya tenemos aquí inventadas otras fórmulas similares, pero casi sin experimentar aún, como el trabajo a tiempo parcial o el teletrabajo, que habrá que potenciar mucho más que hasta ahora, antes de aventurar otras fórmulas y modas menos prometedoras que, según lo visto hasta ahora, solo han conseguido miniresultados en términos del empleo que de verdad nos hace falta.