sábado, 30 de junio de 2012

El color de nuestros asuntos


La vida de antes era en blanco y negro. Así lo atestiguan los documentales y películas de épocas pretéritas. Luego, las cosas fueron tomando el color que nos permite distinguir mejor unas de otras y darles los matices que las hacen más interesantes, aunque hay parcelas de nuestra vida que se nos resisten. Por ejemplo, a la hora de clasificar los temas en los que trabajamos.

La tecnología nos ha permitido con los años incorporar gradualmente el color a los dispositivos que tenemos a nuestra disposición. Las imágenes que llegaban a los iniciales aparatos de televisión, las primeras fotocopiadoras o los mensajes a través del fax eran en blanco y negro, pero pronto nos acostumbramos a incorporar el color a nuestra forma de trabajar, de comunicarnos o de recibir información y nadie plantearía ahora una vuelta atrás restringiendo al blancoynegro las imágenes y documentos que manejamos cada día.

Por otro lado, en cualquier actividad laboral es importante que tengamos claras las prioridades en los asuntos con los que nos toca lidiar, para los que se hace necesario disponer de un sistema clasificación y organización de los ficheros y archivos, tanto físicos como informáticos, que nos permita localizar e identificar rápidamente cada asunto y darle la relevancia que, a nuestro juicio, merece cada tema que tenemos pendiente. Sin embargo, el color no se ha incorporado todavía a nuestros ficheros y archivos con la misma intensidad que lo ha hecho en el resto de nuestra actividad, siendo esta una asignatura pendiente que la evolución nos llevará sin duda a superar en breve.

Como reza la Ley Campoamor, en este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira, de forma que haciendo gala de un particular subjetivismo, cada maestrillo tiene su librillo y un particular estilo de trabajo y por tanto de organización de los temas pendientes. Y para subjetividades y gustos, los colores, así que voy a permitirme hacer mi particular aportación a esta imparable evolución.

Estamos acostumbrados a clasificar los temas que tenemos entre manos por fechas, por localidades, por urgencia o por cuantía, pero me pregunto si seríamos capaces de hacer nuestra particular clasificación en función de lo que los temas suponen para nosotros, en función de si nos gustan, nos preocupan o nos interesan en mayor o menor medida. Y es aquí donde los colores pueden ayudarnos. Por ejemplo etiquetando los asuntos con el color que mejor identifique lo que cada tema supone para nosotros.

Empezando por lo más obvio, ante asuntos que nos acaban de llegar y no vemos inicialmente la forma de solucionarlos ni tenemos suficiente información, la mente se nos queda en blanco, y ese es el color de la etiqueta que le pondríamos.

Sin embargo, cuando ya vamos sabiendo del asunto comprobando que realmente no va a haber solución durante bastante tiempo, decimos que el futuro lo tenemos negro, con lo que también hemos encontrado el color con el que lo clasificaremos.

Si a las personas que no destacan en nada, no aportan iniciativas y se dedican a hacer labores rutinarias decimos que son personas grises, así clasificaremos los asuntos aburridos, que no evolucionan y que aportan poco valor añadido a la organización.

Por supuesto, si tenemos un asunto que nos cae sin haberlo pedido, que nos va a dar muchos quebraderos de cabeza y además tenemos todos los números para salir trasquilados, lo que tenemos es un marrón. Y de esos hay muchos en época de crisis, así que los pondremos de muchas tonalidades de marrón más o menos oscuro en función, sobre todo, de las consecuencias de que salga mal.

Hay asuntos que necesariamente hay que sacar adelante y que cada vez que sabemos que hay verdaderas dificultades para conseguirlo, nos hacen palidecer y sabemos que habrá que trabajar como chinos, con lo que lo más apropiado es el color amarillo.

Pero hay colores que pueden significar cosas distintas según la personalidad de cada uno. Por ejemplo, el color rojo podemos aplicarlo a los temas candentes, o bien a los que nos llevan a pérdidas y nos dan números rojos.

Reservaríamos el verde para los temas que suponen gran responsabilidad y criticables si se ponen en marcha, por lo que debido a ello nos podrían poner verdes.

O quizá visto de otro modo, siguiendo el simil del semáforo, tendrían el color rojo los temas en los que tenemos prohibido avanzar, verde si hay visto bueno a su puesta en marcha y amarillo si hay que ir frenando su ejecución.

Pero yendo a los colores más favorables, aquellos temas que supongan grandes oportunidades o nos abran grandes mercados en sectores en alza, nos acercan a los denominados océanos azules. Del mismo modo que otros temas que nos agradan porque están cumpliendo ampliamente sus expectativas iniciales, los vemos de color de rosa. Sin olvidar aquéllos que nos generan grandes beneficios y rendimientos por encima de lo previsto con un futuro brillante, que les asignaremos el color dorado.

Dejo por último el final feliz, con esos temas en los que se llega a un total acuerdo o que nos dan tantas satisfacciones una vez culminados, reservando para ellos el color vino, por supuesto de La Rioja, para brindar por ello.

Lo interesante es que podemos aprovechar a darle a cada asunto el color con el que mejor lo identifiquemos y además podemos aprovechar las distintas tonalidades que matizan el significado de cada uno. Así, de un vistazo veremos cómo evolucionan nuestros temas, según vayan creciendo los asuntos de color marrón y negro o los de color azul y dorado.

Y con independencia de que los colores nos pueden ayudar realmente a clasificar nuestro trabajo, a lo que seguro podremos aspirar, al menos, es a lograr que nuestros aburridos ficheros y archivos se conviertan en museo digno de la mismísima Ágata Ruiz de la Prada.