jueves, 31 de enero de 2013

Esclavos de las presentaciones



 
El mundo de las presentaciones está ganando adeptos por momentos.
Si analizáramos cuánto tiempo se destina en las organizaciones a preparar convenientemente las presentaciones de trabajos o proyectos ante un  posible cliente, un comité de control o ante los propios compañeros de trabajo, a buen seguro que nos daríamos cuenta de que es más del que nos imaginamos. Casi tanto como el que se destina al diseño o a la ejecución de un producto o servicio.
Hoy ya no es suficiente hacer una buena presentación, no. Ahora ya hay que “bordarla” y con bodoques, porque si no, siempre hay alguien que se lleva el gato al agua aunque su proyecto sea peor, solo porque ha sabido presentarla y “venderla” mejor. En estos tiempos de ardua competencia no está el horno para que venga otro con mejor papel de celofán y nos ocupe el sitio de nuestro merecido bollo.
Hace ya mucho que pasó a mejor vida el presentar los proyectos y resultados al estilo de siempre, con sus papeles de apoyo repartidos a lo largo de la mesa, a cada miembro de la reunión, como toda la vida. Y no con la moda de ahora, que hay que ver qué exigente se ha vuelto, de tener que hacer presentaciones “a la última” porque si no parece que estás fuera de onda.

Qué tiempos los del cole, cuando al presentar los trabajos al profe, el premio se lo llevaba el que mejor sabía pintar, con las Alpino. O con las Staedtler, que traían los más presumidos y pudientes.

Luego ya, en el trabajo nos volvimos más formales y serios e inventamos los dossieres, pero resultaban tan largos y aburridos que se inventó el PPT, también llamado power-point (punto de poder) que debe ser porque eso de tener el poder, es que tiene su punto. Una buena presentación puede dar la impresión incluso de hasta dominar el tema que se expone, algo que no siempre sucede. Y si además se le ponen esquemas, dibujos y colores…. pues mucho mejor, aunque solo sea por recordar los estuches de  pinturas, rotuladores y acuarelas de la niñez. Si al final a pesar de esta puesta en escena, no se entiende lo expuesto, al menos a la vista es agradable. Algo hemos ganado.
Tan contentos que estábamos ya de manejarnos, aunque de esas maneras, con el citado ppt, que no parece suficiente. No se podían quedar quietos los amos de las presentaciones, qué va. Ahora se han puesto de moda las “infografías”, que como su nombre indica viene de info y de grafías o sea, cosas escritas. Vamos, como si hasta ahora lo que se escribía no diera información. En fin, paciencia.
Vale, lo reconozco. Qué duda cabe, que las infografías, quedan elegantes, llamativas, originales y hasta bonitas. Pero lo mejor que tienen es que logran resumir en imágenes y muy pocas palabras lo que el orador muchas veces no es capaz de sintetizar. Solo de un vistazo, te dan la idea principal y hasta la desarrollan. Todo un invento, oye. Y con el famoso Pinterest a la cabeza del crecimiento en número de internautas, aún más interesantes se vuelven las infografías que aparecen cada día.
Pero claro, elaborar una infografía no es “llegar y hacer”. Uno se pone a buscar en Google cómo hacerlas y voilá, ya tenemos montones de sistemas de crear “facilmente” infografías. Ya. Sí, claro. Fácilmente, dicen. Poneos un rato y veréis. Es como empezar a aprender a jugar al golf o aprender otro idioma, que cuando llevas muchas, pero muchas sesiones crees que le vas cogiendo el tranquillo. 
Y en definitiva, no es lo malo ponerse a hacer presentaciones de todo y para todo. Lo peor del asunto es que a lo bueno se acostumbra todo el mundo: el cliente, el equipo, el jefe …
Qué tiempos estos. Hay muchos que no se conforman ya con una buena puesta en escena, currada y meditada, sino que también quieren que se acompañe, como no, de la consabida infografía, por aquello de que “queda muy bien”.
A ver, señores, que esto no es llegar y hacer. Hala, poneos a ello y me decís.
Añado una buena infografía de esas que circulan por la red.