martes, 30 de abril de 2013

Un millón para el mejor


¿Alguien recuerda el famoso concurso televisivo de finales de los años 60 que noche tras noche, semana tras semana,  tenía a medio país y parte del otro medio pegados a la televisión en blanco y negro?  No es que me vuelva nostálgico, pero con la de pruebas que tenían que pasar los concursantes para demostrar quién era el más listo, rápido, capaz y perspicaz, al final solo uno se llevaba el millón. ¿De euros? No. De pesetas, que los euros aún no se habían inventado ni imaginado siquiera. Pero el esfuerzo tenía su recompensa, no solo en los 6.000€ que serían actualmente, pero que servían para adquirir muchas más cosas que hoy (por ejemplo, una casa), sino sobre todo porque todo el mundo en este país conocía a los concursantes debido a que televisión no había más que una: la única. En sus dos canales, eso sí. La tele que veía todo el mundo. Seguro que más allá del dinero, los concursantes de Un millón para el mejor encontraron en su aparición televisiva el mejor escaparate para lo que hoy llamaríamos marketing global dirigido a todos los ciudadanos. Pero no fue éste el único programa que marcó un estilo. Muchas series se emitieron en la época de los 70 en España que nadie podía perderse, quizá porque las alternativas a la televisión no eran tantas.
Dicen que muchos de los actuales médicos españoles lo son gracias a la serie Centro médico con el Dr. Gannon a la cabeza, generando pasiones entere las jovencitas del momento o la de Marcus Welby, doctor en medicina. Lo mismo se podría decir de las vocaciones de policías o investigadores que generaron series tan recordadas como Starsky y Hutch, Kojac o Perry Mason entre otras. Sin olvidar el inigualable Superagente 86, que incorporó a nuestra imaginación de entonces el primer teléfono móvil en forma de zapatófono.
La cultura oriental no ha sido siempre tan conocida como ahora en nuestro país. Fue la serie Kung-fu la que durante las noches de sábado nos traía los sabios consejos para el pequeño saltamontes que luego aplicaba en la vida real (es decir en la serie) junto a una variedad infinita de golpes y posiciones de artes marciales que hicieron proliferar desde entonces innumerables gimnasios de kárate y judo por todo el país y enfocaron la profesión y el ocio de mucha gente.
Si pesamos que las ONGs son un invento reciente, baste echar un vistazo a La Casa de la Pradera, para ver que el concepto lo inventó la familia Ingalls. Así como la profesionalidad de personas con discapacidad, que ahora ya nadie pone en duda, nos la descubrió entonces Ironside con su especial carácter y su labor de investigación desde su silla de ruedas. Algo parecido sucede con el respeto a los animales y su gran inteligencia, que gracias a la mona Chita y series como Skippy el canguro, Flipper el delfín e incluso Clarence, el león bizco llegamos a pensar que eran tan listos que cualquier día los hacían por lo menos ministros. Bueno, viendo la que está cayendo quizá no fuera tan mala idea.
Con lo que siempre nos han gustado los dibujos animados, he seleccionado algunas joyas de la tele que nos traían conceptos y valores que marcaron nuestra personlidad, como la inocencia de Heidi y su inseparable Pedro, el ingenio de Vickie el vikingo donde siempre valía más la maña que la fuerza, la amistad en La abeja Maya, la constancia de Marco sin parar de buscar a su madre ¿la habrá encontrado ya?, la investigación y curiosidad en Érase una vez... el hombre (y la vida), la prudencia de Scooby-Doo y los puños de Mazinguer Z para cuando nada de lo anterior nos haya resultado de utilidad.
Un hombre en casa nos descubrió que era posible, quién lo iba a decir, que un chico compartiera piso con dos chicas, algo insólito en la época. Eso sí, tenía que hacerse pasar por homosexual –otro tabú de entonces- para que lo aceptaran sus caseros, los inimitables Ropper.
Con Noches para no dormir pasábamos miedo, pero nadie nos avisó entonces de las noches que nos iba a tocar no dormir, unos trabajando y otros pensando cómo poder trabajar. Tampoco de que Hombre rico, Hombre pobre iba a ser un título premonitorio de la evolución de muchos españolitos de hoy en día.  Aunque para premonitorio me quedo con Este señor de negro viendo a los de la troika en Grecia y quién sabe si aquí también,  El último café porque cualquier día nos lo ponen tan caro que dejamos de tomarlo, Curro Jiménez viendo simplemente las noticias del día o Tierra de Gigantes si analizamos cómo nos quieren hacer ver algunos a los superalemanes.
En fin, aunque nos parezca que no, estoy convencido de que muchos de los comportamientos que ahora tenemos están en gran medida influidos por las series que nos tocó ver de chavales. Eso sí, ahora que tanto se habla de que nos va a tocar cambiar de vida, si me dais a elegir, estoy en duda entre Star Treck y Vacaciones en el mar. No sé, no sé…


lunes, 25 de febrero de 2013

El refranero laboral


No hace mucho leí algo que me llamó la atención. Hablaba de que España es un país de refranes, lo que dificulta la innovación porque nos basamos en el saber anterior en lugar de buscar conocimiento nuevo.
Ciertamente, es necesario mirar adelante para innovar y mejorar, pero no es menos cierto que no es prudente abandonar los buenos consejos que nos ha dejado el denominado “saber popular”, para evitar cometer los mismos errores.
Es curioso, pero en estos tiempos de cambio permanente, cada vez escucho más a menudo utilizar refranes en el ámbito laboral. Quizá por aquello que muchos piensan de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero a buen seguro es debido a que nadie conoce qué nos depara el futuro.
En cualquier caso, rebuscando en el refranero, nos encontramos muchas sabias reflexiones de rabiosa actualidad, perfectamente aplicables a los distintos ámbitos del trabajo de hoy en día. Aquí van unos cuantos.

Así, en el ámbito de las relaciones interpersonales, es muy aconsejable aplicar en el trabajo aquello de haz el bien y no mires a quién, para hacer lo correcto con independencia del compañero, jefe, cliente o proveedor al que nos dirigimos, porque además no nos olvidemos que quien siembra vientos recoge tempestades. Para lograr la colaboración, siempre tan necesaria, recordamos que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

¿Quién dice que los refranes no están en línea con la innovación? Baste recordar que Quien adelante no mira, atrás se queda y además el que la sigue la consigue. Respecto a si hay que persistir en la innovación o rendirse a las primeras de cambio hay división de opiniones porque segundas partes nunca fueron buenas, no hay dos sin tres y no hay quinto malo. En cualquier caso, siempre hay quien no se atreve a cambiar y defiende que más vale malo conocido que bueno por conocer.

No hay nada mejor que organizarse para que rinda más el trabajo. Para esto de la organización también nos ayudan los sabios refranes, sobre todo en lo que se refiere al tiempo que hay que dedicar a los trabajos, porque las cosas de palacio van despacio, así como al momento de iniciarlos, si bien, tampoco aquí hay unanimidad entre quienes defienden que a quien madruga Dios le ayuda y quienes piensan que no por mucho madrugar amanece más temprano. Respecto a si hay que ponerse a la tarea ya o dejarlo para otro momento, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy y no desesperemos aunque nos cueste terminar porque más vale tarde que nunca y además nunca es tarde si la dicha es buena.

Sin duda, lo que define a una organización son sus resultados, sobre todo económicos porque poderoso caballero es don dinero, sin cegarnos en exceso, dado que no olvidemos que lo mejor es enemigo de lo bueno y solo al final sabremos si hemos tenido éxito porque al freír será el reír, pero con paciencia ya que no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague, aunque en estos tiempos no sé si esto es de absoluta y directa aplicación.


Respecto a la omnipresente competencia con la que nos amenazan otras organizaciones, siempre al acecho, tratando de captar el mercado y el conocimiento que tanto nos cuesta lograr, recordemos que no hay mal que por bien no venga, porque podemos siempre aprender de ellos, ya que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar, avisándonos a tiempo de posibles riesgos.

A la hora de negociar, también el refranero tiene mensajes para nosotros, recordándonos que no es bueno desvelar de inicio todas las bazas de la negociación con aquello de en boca cerrada no entran moscas, no olvidando tampoco la estrategia del ganar-ganar con el hoy por ti, mañana por mí y respetando la palabra dada para que no nos achaquen que del dicho al hecho hay un trecho. En toda negociación que se precie, hay que tener prudencia antes de cantar victoria y, si es necesario, saber retirarnos a tiempo porque más vale pájaro en mano que ciento volando.

En lo referente a la dimensión y el volumen de producción sí que hay absoluta unanimidad porque el saber popular nos recuerda que ande o no ande, caballo grande, que además lo que abunda no daña, sin olvidar que a grandes males, grandes remedios.

No es ajeno el refranero a la ética profesional cuando nos dice que más rápido se coge al mentiroso que al cojo y que primero es la obligación que la devoción. Al que se excede en sus atribuciones de modo egoísta también le manda mensajes de que su posición no le durará siempre si a cada cerdo le llega su San Martín y a veces solo se trata de engordar para morir.

No hay duda de que, a pesar de que ahora muchas organizaciones prescinden de trabajadores con muchos años de trabajo en la empresa, aplicando aquello de que de fuera vendrá quien de casa te echará, debieran recordar que la experiencia es muy importante y debe ser valorada porque el que tuvo, retuvo, y guardó para la vejez, sin olvidar que de gallina vieja, buen caldo y que, como se demuestra tantas veces, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Esto no significa quedarse anclados en el pasado, porque sigue siendo cierto que agua pasada no mueve molino.

Finalmente, aunque el refranero da para mucho más, lo cierto es que en el ámbito de la estrategia tampoco las frases populares se quedan atrás. Hay que anticiparse a las situaciones en lo posible porque más vale prevenir que curar, si bien, ahora que la economía no pasa por sus mejores momentos es momento de aplicar la ancestral sapiencia que nos dice que no desesperemos porque mientras hay vida hay esperanza, que Roma no se hizo en un día y que a camino largo, paso corto. No debemos tratar de solucionar todo a la vez sabiendo que quien mucho abarca, poco aprieta, aunque ya tenemos ganas de que finalmente veamos una situación más favorable y que todos podamos decir que muerto el perro, se acabó la rabia.

En fin, que la aportación de más refranes es siempre bienvenida. Se ha hablado y escrito mucho sobre ellos y se han transmitido generación tras generación, porque en muchas ocasiones se producen situaciones en las que aportan una visión que, sin ser dogmática, indican una posible forma de enfocar una salida y además es más barata que la contratación de consejeros titulados por prestigiosas universidades, o no tan titulados, que ahora llaman “personal de confianza”.

Hoy tocaba una de refranes. Dicen que hay más de 20.000 y algunos hasta con 12 siglos de vida. Otro día quizá haya que animarse con las canciones y alguno quiera evocar joyas como aquella de Manolo Escobar que decía eso de: mi “cargo” me lo robaron…

jueves, 31 de enero de 2013

Esclavos de las presentaciones



 
El mundo de las presentaciones está ganando adeptos por momentos.
Si analizáramos cuánto tiempo se destina en las organizaciones a preparar convenientemente las presentaciones de trabajos o proyectos ante un  posible cliente, un comité de control o ante los propios compañeros de trabajo, a buen seguro que nos daríamos cuenta de que es más del que nos imaginamos. Casi tanto como el que se destina al diseño o a la ejecución de un producto o servicio.
Hoy ya no es suficiente hacer una buena presentación, no. Ahora ya hay que “bordarla” y con bodoques, porque si no, siempre hay alguien que se lleva el gato al agua aunque su proyecto sea peor, solo porque ha sabido presentarla y “venderla” mejor. En estos tiempos de ardua competencia no está el horno para que venga otro con mejor papel de celofán y nos ocupe el sitio de nuestro merecido bollo.
Hace ya mucho que pasó a mejor vida el presentar los proyectos y resultados al estilo de siempre, con sus papeles de apoyo repartidos a lo largo de la mesa, a cada miembro de la reunión, como toda la vida. Y no con la moda de ahora, que hay que ver qué exigente se ha vuelto, de tener que hacer presentaciones “a la última” porque si no parece que estás fuera de onda.

Qué tiempos los del cole, cuando al presentar los trabajos al profe, el premio se lo llevaba el que mejor sabía pintar, con las Alpino. O con las Staedtler, que traían los más presumidos y pudientes.

Luego ya, en el trabajo nos volvimos más formales y serios e inventamos los dossieres, pero resultaban tan largos y aburridos que se inventó el PPT, también llamado power-point (punto de poder) que debe ser porque eso de tener el poder, es que tiene su punto. Una buena presentación puede dar la impresión incluso de hasta dominar el tema que se expone, algo que no siempre sucede. Y si además se le ponen esquemas, dibujos y colores…. pues mucho mejor, aunque solo sea por recordar los estuches de  pinturas, rotuladores y acuarelas de la niñez. Si al final a pesar de esta puesta en escena, no se entiende lo expuesto, al menos a la vista es agradable. Algo hemos ganado.
Tan contentos que estábamos ya de manejarnos, aunque de esas maneras, con el citado ppt, que no parece suficiente. No se podían quedar quietos los amos de las presentaciones, qué va. Ahora se han puesto de moda las “infografías”, que como su nombre indica viene de info y de grafías o sea, cosas escritas. Vamos, como si hasta ahora lo que se escribía no diera información. En fin, paciencia.
Vale, lo reconozco. Qué duda cabe, que las infografías, quedan elegantes, llamativas, originales y hasta bonitas. Pero lo mejor que tienen es que logran resumir en imágenes y muy pocas palabras lo que el orador muchas veces no es capaz de sintetizar. Solo de un vistazo, te dan la idea principal y hasta la desarrollan. Todo un invento, oye. Y con el famoso Pinterest a la cabeza del crecimiento en número de internautas, aún más interesantes se vuelven las infografías que aparecen cada día.
Pero claro, elaborar una infografía no es “llegar y hacer”. Uno se pone a buscar en Google cómo hacerlas y voilá, ya tenemos montones de sistemas de crear “facilmente” infografías. Ya. Sí, claro. Fácilmente, dicen. Poneos un rato y veréis. Es como empezar a aprender a jugar al golf o aprender otro idioma, que cuando llevas muchas, pero muchas sesiones crees que le vas cogiendo el tranquillo. 
Y en definitiva, no es lo malo ponerse a hacer presentaciones de todo y para todo. Lo peor del asunto es que a lo bueno se acostumbra todo el mundo: el cliente, el equipo, el jefe …
Qué tiempos estos. Hay muchos que no se conforman ya con una buena puesta en escena, currada y meditada, sino que también quieren que se acompañe, como no, de la consabida infografía, por aquello de que “queda muy bien”.
A ver, señores, que esto no es llegar y hacer. Hala, poneos a ello y me decís.
Añado una buena infografía de esas que circulan por la red.