lunes, 30 de julio de 2012

Empleo y desempleo juvenil: evolución, situación y propuestas


A veces me pregunto si es ético publicar en frío y sin anestesia los datos de economía y de empleo. A pesar de que uno de los grandes logros de la sociedad actual ha sido el acceso inmediato, completo y de un modo claro y transparente a la información que nos afecta, a la vista de las noticias que nos llegan en los últimos tiempos, uno se pregunta si algún responsable de salud pública no debiera filtrar la información unos minutos antes de ser lanzada -así, sin avisar- a los mortales que corren el riesgo de sufrir un síncope si se toman de un trago las insufribles dosis de malas nuevas con que nos regalan cada día los medios de comunicación.  
No me puedo resistir a pensar si las cosas realmente están tan mal como nos las cuentan, o nos están engañando porque van aún peor y el filtro del responsable de salud pública está haciendo ya su compasiva labor.
Basta echar un pequeño vistazo a la EPA del segundo trimestre que publican los diferentes medios de comunicación para observar que además del record de ganar consecutivamente Eurocopa-Mundial-Eurocopa de fútbol, también hemos superado en España todos los registros con el mayor número de personas sin trabajo de la historia. Si ya de por sí llama la atención la tasa de no-empleo del 24,63%, lo que pone la carne de gallina es ver que nuestro futuro como país está más que comprometido sin consentimos mantener nada menos que un 53,28% de nuestros jóvenes sin encontrar su sitio en el mercado laboral. Esto supone que si no cambian las tornas pronto, nos podríamos llegar a acostumbrar a esta situación, lo que es peor aún. Sería tan grave como aceptar que fracasen más de la mitad de nuestros proyectos de futuro o que fueran fraudulentas la mayoría de las transacciones económicas, que nos engañaran en la mayoría de nuestras compras o que uno de cada dos billetes en circulación fuera falso… o que la mayor parte de las noticias que nos llegaran fueran falsas.
Para contrastar la información, siempre es bueno contrastarla con otras fuentes, así que echando un vistazo al documento publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo sobre tendencias de la juventud http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_180976.pdf
podemos ver que la crisis ha tenido en el mundo un efecto claro en el desempleo juvenil, aumentando desde el 2007 hasta hoy, alcanzando una tasa del 12,7% (lejos del 53,28% de España) y con una previsión de mantenerse en el mismo nivel hasta el 2016, especialmente en las economías desarrolladas y en los países europeos. Sin duda en España firmaríamos tener ese 12.7% y mantenerlo hasta el 2016 y muchos años más.
Es curioso ver que incluso en los países de creciente apogeo del este de Asia la tasa de desempleo juvenil en 2011 ha sido 2,8 veces superior a la tasa de paro de los adultos.
Pero entonces, ¿qué hacen los jóvenes del mundo cuando se sienten desalentados por la falta de trabajo? Muchos de ellos hacen lo lógico: continuar o ampliar sus estudios.
Deberíamos plantearnos qué consecuencias puede tener la escasa y tardía incorporación de los jóvenes al mercado laboral. En primer lugar es innegable que crece la ansiedad en los jóvenes ante la tardanza en tener posibilidades de probar sus cualidades y ser recompensados por su labor mediante un trabajo y un salario adecuados a su nivel profesional. Por otro lado, los jóvenes que consiguen algún trabajo lo hacen con contratos temporales, atrapados en baja productividad y sin oportunidades para pasar a un trabajo más permanente, de mayor productividad o mejor remunerado. Además , según la OIT, en las economías desarrolladas, los jóvenes están cada vez más empleados en trabajos no convencionales y la transición hacia el trabajo decente sigue siendo postergado. En España se ha promovido el contrato a tiempo parcial principalmente desde febrero de 2011, pero a pesar de su crecimiento no ha supuesto un descenso en el desempleo juvenil ni se ha desligado de su principal característica: la temporalidad. Al contrario, en este entorno de crisis, el empleo a tiempo parcial y el contrato temporal se convierte en muchos casos en la única opción disponible para los jóvenes de la Unión Europea, lo que tiene consecuencias nada favorables en el poder de negociación de los jóvenes, en las condiciones de seguridad en el trabajo y en la más acentuada dualidad en el mercado laboral. El empleo a tiempo parcial ha crecido más rápido entre los jóvenes que entre los adultos entre el segundo trimestre de 2008 y 2011, registrando un aumento de 11,8 puntos porcentuales en España, frente a un 3,6% de la Unión Europea. De igual modo, el crecimiento del empleo temporal entre los jóvenes ha aumentado 4,3 puntos, más del doble que entre los adultos.
No obstante, muchos jóvenes encuentran una solución en la incorporación a empresas de carácter familiar o en la creación de empleo por cuenta propia lo que facilita, paradójicamente, la creatividad y puesta en marcha de nuevas ideas que pueden dar lugar a empresas exitosas de futuro.
No hay duda de que el mejor escudo contra el desempleo es la mejora de la empleabilidad a través de una mayor y más actualizada formación. El hecho se hace aún más patente entre los “NINIS” que suponen al menos un 10% de los jóvenes, por lo que cobran especial prioridad el desarrollo de los servicios públicos de empleo y programas y medidas de políticas activas de empleo que motiven a los empleadores a incorporar  jóvenes a sus plantillas.
Pero más allá de la situación actual, las consecuencias a largo plazo de la crisis para los jóvenes deben tener una consideración aún mayor para evitar la pérdida de habilidades y la percepción negativa de los empresarios hacia los jóvenes que lleven un período prolongado en desempleo o en situación laboral inestable. O lo que es más importante, afectar a la expectativa y visión del trabajo y el valor del esfuerzo por parte de los jóvenes, que son los futuros profesionales de los que dependerá en breve nuestro mercado laboral.
Todos los esfuerzos serán pocos para evitar que los síntomas de hoy se conviertan en enfermedades crónicas de difícil recuperación en un mañana cada vez más cercano. Para ello es necesario destinar recursos a financiar las inversiones necesarias en materia de promoción de empleo juvenil. Sin embargo, las medidas de austeridad en la zona euro están provocando que los recursos y la financiación a este fin sea a menudo muy limitada, lo que supone un mal presagio para la deseada rápida recuperación del empleo de los jóvenes.
Deben por tanto promoverse estrategias sectoriales, eliminando restricciones a la inversión y desarrollando políticas activas de empleo diferentes que se adapten a las necesidades específicas de los jóvenes, tales como promover la creación de empleo directo en pequeñas empresas y cooperativas, potenciar los servicios de empleo, bolsas de trabajo y servicios de asesoramiento con implicación del sistema educativo, así como programas de desarrollo y reconocimiento de competencias. Sin olvidar las subvenciones e incentivos fiscales que impulsen la contratación de jóvenes por parte de los empleadores.
Es el momento de actuar, para que la crisis no se convierta principalmente en una crisis del empleo juvenil. El diálogo social es clave para crear sinergias positivas entre el desarrollo económico y social, reduciendo el miedo y la incertidumbre y evitar que la generación más preparada que ha existido se convierta en la ya denominada "generación perdida".