
No me puedo resistir a pensar si las cosas realmente están
tan mal como nos las cuentan, o nos están engañando porque van aún peor y el
filtro del responsable de salud pública está haciendo ya su compasiva labor.
Basta echar un pequeño vistazo a la EPA del segundo
trimestre que publican los diferentes medios de comunicación para observar que
además del record de ganar consecutivamente Eurocopa-Mundial-Eurocopa de
fútbol, también hemos superado en España todos los registros con el mayor
número de personas sin trabajo de la historia. Si ya de por sí llama la atención
la tasa de no-empleo del 24,63%, lo que pone la carne de gallina es ver que
nuestro futuro como país está más que comprometido sin consentimos mantener
nada menos que un 53,28% de nuestros jóvenes sin encontrar su sitio en el
mercado laboral. Esto supone que si no cambian las tornas pronto, nos podríamos
llegar a acostumbrar a esta situación, lo que es peor aún. Sería tan grave como
aceptar que fracasen más de la mitad de nuestros proyectos de futuro o que
fueran fraudulentas la mayoría de las transacciones económicas, que nos
engañaran en la mayoría de nuestras compras o que uno de cada dos billetes en
circulación fuera falso… o que la mayor parte de las noticias que nos llegaran
fueran falsas.
Para contrastar la información, siempre es bueno contrastarla
con otras fuentes, así que echando un vistazo al documento publicado
recientemente por la Organización Internacional del Trabajo sobre tendencias de
la juventud http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_180976.pdf
podemos ver que la crisis ha tenido en el mundo un efecto
claro en el desempleo juvenil, aumentando desde el 2007 hasta hoy, alcanzando
una tasa del 12,7% (lejos del 53,28% de España) y con una previsión de
mantenerse en el mismo nivel hasta el 2016, especialmente en las economías
desarrolladas y en los países europeos. Sin duda en España firmaríamos tener
ese 12.7% y mantenerlo hasta el 2016 y muchos años más.
Es curioso ver que incluso en los países de creciente apogeo
del este de Asia la tasa de desempleo juvenil en 2011 ha sido 2,8 veces
superior a la tasa de paro de los adultos.
Pero entonces, ¿qué hacen los jóvenes del mundo cuando se
sienten desalentados por la falta de trabajo? Muchos de ellos hacen lo lógico:
continuar o ampliar sus estudios.
Deberíamos plantearnos qué consecuencias puede tener la
escasa y tardía incorporación de los jóvenes al mercado laboral. En primer lugar
es innegable que crece la ansiedad en los jóvenes ante la tardanza en tener
posibilidades de probar sus cualidades y ser recompensados por su labor
mediante un trabajo y un salario adecuados a su nivel profesional. Por otro
lado, los jóvenes que consiguen algún trabajo lo hacen con contratos
temporales, atrapados en baja productividad y sin oportunidades para pasar a un
trabajo más permanente, de mayor productividad o mejor remunerado. Además ,
según la OIT, en las economías desarrolladas, los jóvenes están cada vez más
empleados en trabajos no convencionales y la transición hacia el trabajo
decente sigue siendo postergado. En España se ha promovido el contrato a tiempo
parcial principalmente desde febrero de 2011, pero a pesar de su crecimiento no
ha supuesto un descenso en el desempleo juvenil ni se ha desligado de su
principal característica: la temporalidad. Al contrario, en este entorno de
crisis, el empleo a tiempo parcial y el contrato temporal se convierte en
muchos casos en la única opción disponible para los jóvenes de la Unión Europea,
lo que tiene consecuencias nada favorables en el poder de negociación de los
jóvenes, en las condiciones de seguridad en el trabajo y en la más acentuada
dualidad en el mercado laboral. El empleo a tiempo parcial ha crecido más
rápido entre los jóvenes que entre los adultos entre el segundo trimestre de 2008
y 2011, registrando un aumento de 11,8 puntos porcentuales en España, frente a
un 3,6% de la Unión Europea. De igual modo, el crecimiento del empleo temporal
entre los jóvenes ha aumentado 4,3 puntos, más del doble que entre los adultos.
No obstante, muchos jóvenes encuentran una solución en la
incorporación a empresas de carácter familiar o en la creación de empleo por
cuenta propia lo que facilita, paradójicamente, la creatividad y puesta en
marcha de nuevas ideas que pueden dar lugar a empresas exitosas de futuro.
No hay duda de que el mejor escudo contra el desempleo es la
mejora de la empleabilidad a través de una mayor y más actualizada formación.
El hecho se hace aún más patente entre los “NINIS” que suponen al menos un 10%
de los jóvenes, por lo que cobran especial prioridad el desarrollo de los
servicios públicos de empleo y programas y medidas de políticas activas de
empleo que motiven a los empleadores a incorporar jóvenes a sus plantillas.
Pero más allá de la situación actual, las consecuencias a
largo plazo de la crisis para los jóvenes deben tener una consideración aún
mayor para evitar la pérdida de habilidades y la percepción negativa de los
empresarios hacia los jóvenes que lleven un período prolongado en desempleo o
en situación laboral inestable. O lo que es más importante, afectar a la
expectativa y visión del trabajo y el valor del esfuerzo por parte de los
jóvenes, que son los futuros profesionales de los que dependerá en breve
nuestro mercado laboral.
Todos los esfuerzos serán pocos para evitar que los síntomas
de hoy se conviertan en enfermedades crónicas de difícil recuperación en un
mañana cada vez más cercano. Para ello es necesario destinar recursos a financiar
las inversiones necesarias en materia de promoción de empleo juvenil. Sin
embargo, las medidas de austeridad en la zona euro están provocando que los
recursos y la financiación a este fin sea a menudo muy limitada, lo que supone
un mal presagio para la deseada rápida recuperación del empleo de los jóvenes.
Deben por tanto promoverse estrategias sectoriales,
eliminando restricciones a la inversión y desarrollando políticas activas de
empleo diferentes que se adapten a las necesidades específicas de los jóvenes,
tales como promover la creación de empleo directo en pequeñas empresas y
cooperativas, potenciar los servicios de empleo, bolsas de trabajo y servicios
de asesoramiento con implicación del sistema educativo, así como programas de
desarrollo y reconocimiento de competencias. Sin olvidar las subvenciones e
incentivos fiscales que impulsen la contratación de jóvenes por parte de los
empleadores.
Es el momento de actuar, para que la crisis no se convierta
principalmente en una crisis del empleo juvenil. El diálogo social es clave
para crear sinergias positivas entre el desarrollo económico y social,
reduciendo el miedo y la incertidumbre y evitar que la generación más preparada
que ha existido se convierta en la ya denominada "generación perdida".
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