¿Alguien recuerda el famoso
concurso televisivo de finales de los años 60 que noche tras noche, semana tras
semana, tenía a medio país y parte del
otro medio pegados a la televisión en blanco y negro? No es que me vuelva nostálgico, pero con la
de pruebas que tenían que pasar los concursantes para demostrar quién era el
más listo, rápido, capaz y perspicaz, al final solo uno se llevaba el millón.
¿De euros? No. De pesetas, que los euros aún no se habían inventado ni imaginado
siquiera. Pero el esfuerzo tenía su recompensa, no solo en los 6.000€ que
serían actualmente, pero que servían para adquirir muchas más cosas que hoy
(por ejemplo, una casa), sino sobre todo porque todo el mundo en este país conocía
a los concursantes debido a que televisión no había más que una: la única. En
sus dos canales, eso sí. La tele que veía todo el mundo. Seguro que más allá
del dinero, los concursantes de Un millón para el mejor encontraron
en su aparición televisiva el mejor escaparate para lo que hoy llamaríamos marketing global dirigido a todos los
ciudadanos. Pero no fue éste el único programa que marcó un estilo. Muchas
series se emitieron en la época de los 70 en España que nadie podía perderse,
quizá porque las alternativas a la televisión no eran tantas.
Dicen que muchos de los actuales
médicos españoles lo son gracias a la serie Centro médico con el Dr. Gannon a la cabeza, generando
pasiones entere las jovencitas del momento o la de Marcus Welby, doctor en medicina.
Lo mismo se podría decir de las vocaciones de policías o investigadores que
generaron series tan recordadas como Starsky y Hutch, Kojac o Perry Mason entre otras. Sin olvidar
el inigualable Superagente 86, que incorporó a nuestra imaginación de entonces
el primer teléfono móvil en forma de zapatófono.
La cultura oriental no ha sido
siempre tan conocida como ahora en nuestro país. Fue la serie Kung-fu
la que durante las noches de sábado nos traía los sabios consejos para el pequeño saltamontes que luego
aplicaba en la vida real (es decir en la serie) junto a una variedad infinita
de golpes y posiciones de artes marciales que hicieron proliferar desde
entonces innumerables gimnasios de kárate y judo por todo el país y enfocaron
la profesión y el ocio de mucha gente.
Si pesamos que las ONGs son un
invento reciente, baste echar un vistazo a La Casa de la Pradera, para ver que
el concepto lo inventó la familia Ingalls.
Así como la profesionalidad de personas con discapacidad, que ahora ya nadie
pone en duda, nos la descubrió entonces Ironside con su especial carácter y
su labor de investigación desde su silla de ruedas. Algo parecido sucede con el
respeto a los animales y su gran inteligencia, que gracias a la mona Chita y series como Skippy el canguro, Flipper el delfín e incluso Clarence,
el león bizco llegamos a pensar que eran tan listos que cualquier día
los hacían por lo menos ministros. Bueno, viendo la que está cayendo quizá no
fuera tan mala idea.
Con lo que siempre nos han
gustado los dibujos animados, he seleccionado algunas joyas de la tele que nos
traían conceptos y valores que marcaron nuestra personlidad, como la inocencia
de Heidi
y su inseparable Pedro, el ingenio de Vickie el vikingo donde siempre valía
más la maña que la fuerza, la amistad en La abeja Maya, la constancia de Marco
sin parar de buscar a su madre ¿la habrá encontrado ya?, la investigación y
curiosidad en Érase una vez... el hombre (y la vida), la prudencia de Scooby-Doo
y los puños de Mazinguer Z para cuando nada de lo anterior nos haya resultado
de utilidad.
Un hombre en casa nos
descubrió que era posible, quién lo iba a decir, que un chico compartiera piso
con dos chicas, algo insólito en la época. Eso sí, tenía que hacerse pasar por
homosexual –otro tabú de entonces- para que lo aceptaran sus caseros, los
inimitables Ropper.
Con Noches para no dormir
pasábamos miedo, pero nadie nos avisó entonces de las noches que nos iba a
tocar no dormir, unos trabajando y otros pensando cómo poder trabajar. Tampoco
de que Hombre rico, Hombre pobre iba a ser un título premonitorio de
la evolución de muchos españolitos de hoy en día. Aunque para premonitorio me quedo con Este
señor de negro viendo a los de la troika en Grecia y quién sabe si aquí
también, El último café porque
cualquier día nos lo ponen tan caro que dejamos de tomarlo, Curro
Jiménez viendo simplemente las noticias del día o Tierra de Gigantes si
analizamos cómo nos quieren hacer ver algunos a los superalemanes.
En fin, aunque nos parezca que
no, estoy convencido de que muchos de los comportamientos que ahora tenemos
están en gran medida influidos por las series que nos tocó ver de chavales. Eso
sí, ahora que tanto se habla de que nos va a tocar cambiar de vida, si me dais
a elegir, estoy en duda entre Star Treck y Vacaciones en el mar. No
sé, no sé…