martes, 30 de abril de 2013

Un millón para el mejor


¿Alguien recuerda el famoso concurso televisivo de finales de los años 60 que noche tras noche, semana tras semana,  tenía a medio país y parte del otro medio pegados a la televisión en blanco y negro?  No es que me vuelva nostálgico, pero con la de pruebas que tenían que pasar los concursantes para demostrar quién era el más listo, rápido, capaz y perspicaz, al final solo uno se llevaba el millón. ¿De euros? No. De pesetas, que los euros aún no se habían inventado ni imaginado siquiera. Pero el esfuerzo tenía su recompensa, no solo en los 6.000€ que serían actualmente, pero que servían para adquirir muchas más cosas que hoy (por ejemplo, una casa), sino sobre todo porque todo el mundo en este país conocía a los concursantes debido a que televisión no había más que una: la única. En sus dos canales, eso sí. La tele que veía todo el mundo. Seguro que más allá del dinero, los concursantes de Un millón para el mejor encontraron en su aparición televisiva el mejor escaparate para lo que hoy llamaríamos marketing global dirigido a todos los ciudadanos. Pero no fue éste el único programa que marcó un estilo. Muchas series se emitieron en la época de los 70 en España que nadie podía perderse, quizá porque las alternativas a la televisión no eran tantas.
Dicen que muchos de los actuales médicos españoles lo son gracias a la serie Centro médico con el Dr. Gannon a la cabeza, generando pasiones entere las jovencitas del momento o la de Marcus Welby, doctor en medicina. Lo mismo se podría decir de las vocaciones de policías o investigadores que generaron series tan recordadas como Starsky y Hutch, Kojac o Perry Mason entre otras. Sin olvidar el inigualable Superagente 86, que incorporó a nuestra imaginación de entonces el primer teléfono móvil en forma de zapatófono.
La cultura oriental no ha sido siempre tan conocida como ahora en nuestro país. Fue la serie Kung-fu la que durante las noches de sábado nos traía los sabios consejos para el pequeño saltamontes que luego aplicaba en la vida real (es decir en la serie) junto a una variedad infinita de golpes y posiciones de artes marciales que hicieron proliferar desde entonces innumerables gimnasios de kárate y judo por todo el país y enfocaron la profesión y el ocio de mucha gente.
Si pesamos que las ONGs son un invento reciente, baste echar un vistazo a La Casa de la Pradera, para ver que el concepto lo inventó la familia Ingalls. Así como la profesionalidad de personas con discapacidad, que ahora ya nadie pone en duda, nos la descubrió entonces Ironside con su especial carácter y su labor de investigación desde su silla de ruedas. Algo parecido sucede con el respeto a los animales y su gran inteligencia, que gracias a la mona Chita y series como Skippy el canguro, Flipper el delfín e incluso Clarence, el león bizco llegamos a pensar que eran tan listos que cualquier día los hacían por lo menos ministros. Bueno, viendo la que está cayendo quizá no fuera tan mala idea.
Con lo que siempre nos han gustado los dibujos animados, he seleccionado algunas joyas de la tele que nos traían conceptos y valores que marcaron nuestra personlidad, como la inocencia de Heidi y su inseparable Pedro, el ingenio de Vickie el vikingo donde siempre valía más la maña que la fuerza, la amistad en La abeja Maya, la constancia de Marco sin parar de buscar a su madre ¿la habrá encontrado ya?, la investigación y curiosidad en Érase una vez... el hombre (y la vida), la prudencia de Scooby-Doo y los puños de Mazinguer Z para cuando nada de lo anterior nos haya resultado de utilidad.
Un hombre en casa nos descubrió que era posible, quién lo iba a decir, que un chico compartiera piso con dos chicas, algo insólito en la época. Eso sí, tenía que hacerse pasar por homosexual –otro tabú de entonces- para que lo aceptaran sus caseros, los inimitables Ropper.
Con Noches para no dormir pasábamos miedo, pero nadie nos avisó entonces de las noches que nos iba a tocar no dormir, unos trabajando y otros pensando cómo poder trabajar. Tampoco de que Hombre rico, Hombre pobre iba a ser un título premonitorio de la evolución de muchos españolitos de hoy en día.  Aunque para premonitorio me quedo con Este señor de negro viendo a los de la troika en Grecia y quién sabe si aquí también,  El último café porque cualquier día nos lo ponen tan caro que dejamos de tomarlo, Curro Jiménez viendo simplemente las noticias del día o Tierra de Gigantes si analizamos cómo nos quieren hacer ver algunos a los superalemanes.
En fin, aunque nos parezca que no, estoy convencido de que muchos de los comportamientos que ahora tenemos están en gran medida influidos por las series que nos tocó ver de chavales. Eso sí, ahora que tanto se habla de que nos va a tocar cambiar de vida, si me dais a elegir, estoy en duda entre Star Treck y Vacaciones en el mar. No sé, no sé…


lunes, 25 de febrero de 2013

El refranero laboral


No hace mucho leí algo que me llamó la atención. Hablaba de que España es un país de refranes, lo que dificulta la innovación porque nos basamos en el saber anterior en lugar de buscar conocimiento nuevo.
Ciertamente, es necesario mirar adelante para innovar y mejorar, pero no es menos cierto que no es prudente abandonar los buenos consejos que nos ha dejado el denominado “saber popular”, para evitar cometer los mismos errores.
Es curioso, pero en estos tiempos de cambio permanente, cada vez escucho más a menudo utilizar refranes en el ámbito laboral. Quizá por aquello que muchos piensan de que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero a buen seguro es debido a que nadie conoce qué nos depara el futuro.
En cualquier caso, rebuscando en el refranero, nos encontramos muchas sabias reflexiones de rabiosa actualidad, perfectamente aplicables a los distintos ámbitos del trabajo de hoy en día. Aquí van unos cuantos.

Así, en el ámbito de las relaciones interpersonales, es muy aconsejable aplicar en el trabajo aquello de haz el bien y no mires a quién, para hacer lo correcto con independencia del compañero, jefe, cliente o proveedor al que nos dirigimos, porque además no nos olvidemos que quien siembra vientos recoge tempestades. Para lograr la colaboración, siempre tan necesaria, recordamos que un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.

¿Quién dice que los refranes no están en línea con la innovación? Baste recordar que Quien adelante no mira, atrás se queda y además el que la sigue la consigue. Respecto a si hay que persistir en la innovación o rendirse a las primeras de cambio hay división de opiniones porque segundas partes nunca fueron buenas, no hay dos sin tres y no hay quinto malo. En cualquier caso, siempre hay quien no se atreve a cambiar y defiende que más vale malo conocido que bueno por conocer.

No hay nada mejor que organizarse para que rinda más el trabajo. Para esto de la organización también nos ayudan los sabios refranes, sobre todo en lo que se refiere al tiempo que hay que dedicar a los trabajos, porque las cosas de palacio van despacio, así como al momento de iniciarlos, si bien, tampoco aquí hay unanimidad entre quienes defienden que a quien madruga Dios le ayuda y quienes piensan que no por mucho madrugar amanece más temprano. Respecto a si hay que ponerse a la tarea ya o dejarlo para otro momento, no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy y no desesperemos aunque nos cueste terminar porque más vale tarde que nunca y además nunca es tarde si la dicha es buena.

Sin duda, lo que define a una organización son sus resultados, sobre todo económicos porque poderoso caballero es don dinero, sin cegarnos en exceso, dado que no olvidemos que lo mejor es enemigo de lo bueno y solo al final sabremos si hemos tenido éxito porque al freír será el reír, pero con paciencia ya que no hay plazo que no llegue ni deuda que no se pague, aunque en estos tiempos no sé si esto es de absoluta y directa aplicación.


Respecto a la omnipresente competencia con la que nos amenazan otras organizaciones, siempre al acecho, tratando de captar el mercado y el conocimiento que tanto nos cuesta lograr, recordemos que no hay mal que por bien no venga, porque podemos siempre aprender de ellos, ya que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar, avisándonos a tiempo de posibles riesgos.

A la hora de negociar, también el refranero tiene mensajes para nosotros, recordándonos que no es bueno desvelar de inicio todas las bazas de la negociación con aquello de en boca cerrada no entran moscas, no olvidando tampoco la estrategia del ganar-ganar con el hoy por ti, mañana por mí y respetando la palabra dada para que no nos achaquen que del dicho al hecho hay un trecho. En toda negociación que se precie, hay que tener prudencia antes de cantar victoria y, si es necesario, saber retirarnos a tiempo porque más vale pájaro en mano que ciento volando.

En lo referente a la dimensión y el volumen de producción sí que hay absoluta unanimidad porque el saber popular nos recuerda que ande o no ande, caballo grande, que además lo que abunda no daña, sin olvidar que a grandes males, grandes remedios.

No es ajeno el refranero a la ética profesional cuando nos dice que más rápido se coge al mentiroso que al cojo y que primero es la obligación que la devoción. Al que se excede en sus atribuciones de modo egoísta también le manda mensajes de que su posición no le durará siempre si a cada cerdo le llega su San Martín y a veces solo se trata de engordar para morir.

No hay duda de que, a pesar de que ahora muchas organizaciones prescinden de trabajadores con muchos años de trabajo en la empresa, aplicando aquello de que de fuera vendrá quien de casa te echará, debieran recordar que la experiencia es muy importante y debe ser valorada porque el que tuvo, retuvo, y guardó para la vejez, sin olvidar que de gallina vieja, buen caldo y que, como se demuestra tantas veces, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Esto no significa quedarse anclados en el pasado, porque sigue siendo cierto que agua pasada no mueve molino.

Finalmente, aunque el refranero da para mucho más, lo cierto es que en el ámbito de la estrategia tampoco las frases populares se quedan atrás. Hay que anticiparse a las situaciones en lo posible porque más vale prevenir que curar, si bien, ahora que la economía no pasa por sus mejores momentos es momento de aplicar la ancestral sapiencia que nos dice que no desesperemos porque mientras hay vida hay esperanza, que Roma no se hizo en un día y que a camino largo, paso corto. No debemos tratar de solucionar todo a la vez sabiendo que quien mucho abarca, poco aprieta, aunque ya tenemos ganas de que finalmente veamos una situación más favorable y que todos podamos decir que muerto el perro, se acabó la rabia.

En fin, que la aportación de más refranes es siempre bienvenida. Se ha hablado y escrito mucho sobre ellos y se han transmitido generación tras generación, porque en muchas ocasiones se producen situaciones en las que aportan una visión que, sin ser dogmática, indican una posible forma de enfocar una salida y además es más barata que la contratación de consejeros titulados por prestigiosas universidades, o no tan titulados, que ahora llaman “personal de confianza”.

Hoy tocaba una de refranes. Dicen que hay más de 20.000 y algunos hasta con 12 siglos de vida. Otro día quizá haya que animarse con las canciones y alguno quiera evocar joyas como aquella de Manolo Escobar que decía eso de: mi “cargo” me lo robaron…

jueves, 31 de enero de 2013

Esclavos de las presentaciones



 
El mundo de las presentaciones está ganando adeptos por momentos.
Si analizáramos cuánto tiempo se destina en las organizaciones a preparar convenientemente las presentaciones de trabajos o proyectos ante un  posible cliente, un comité de control o ante los propios compañeros de trabajo, a buen seguro que nos daríamos cuenta de que es más del que nos imaginamos. Casi tanto como el que se destina al diseño o a la ejecución de un producto o servicio.
Hoy ya no es suficiente hacer una buena presentación, no. Ahora ya hay que “bordarla” y con bodoques, porque si no, siempre hay alguien que se lleva el gato al agua aunque su proyecto sea peor, solo porque ha sabido presentarla y “venderla” mejor. En estos tiempos de ardua competencia no está el horno para que venga otro con mejor papel de celofán y nos ocupe el sitio de nuestro merecido bollo.
Hace ya mucho que pasó a mejor vida el presentar los proyectos y resultados al estilo de siempre, con sus papeles de apoyo repartidos a lo largo de la mesa, a cada miembro de la reunión, como toda la vida. Y no con la moda de ahora, que hay que ver qué exigente se ha vuelto, de tener que hacer presentaciones “a la última” porque si no parece que estás fuera de onda.

Qué tiempos los del cole, cuando al presentar los trabajos al profe, el premio se lo llevaba el que mejor sabía pintar, con las Alpino. O con las Staedtler, que traían los más presumidos y pudientes.

Luego ya, en el trabajo nos volvimos más formales y serios e inventamos los dossieres, pero resultaban tan largos y aburridos que se inventó el PPT, también llamado power-point (punto de poder) que debe ser porque eso de tener el poder, es que tiene su punto. Una buena presentación puede dar la impresión incluso de hasta dominar el tema que se expone, algo que no siempre sucede. Y si además se le ponen esquemas, dibujos y colores…. pues mucho mejor, aunque solo sea por recordar los estuches de  pinturas, rotuladores y acuarelas de la niñez. Si al final a pesar de esta puesta en escena, no se entiende lo expuesto, al menos a la vista es agradable. Algo hemos ganado.
Tan contentos que estábamos ya de manejarnos, aunque de esas maneras, con el citado ppt, que no parece suficiente. No se podían quedar quietos los amos de las presentaciones, qué va. Ahora se han puesto de moda las “infografías”, que como su nombre indica viene de info y de grafías o sea, cosas escritas. Vamos, como si hasta ahora lo que se escribía no diera información. En fin, paciencia.
Vale, lo reconozco. Qué duda cabe, que las infografías, quedan elegantes, llamativas, originales y hasta bonitas. Pero lo mejor que tienen es que logran resumir en imágenes y muy pocas palabras lo que el orador muchas veces no es capaz de sintetizar. Solo de un vistazo, te dan la idea principal y hasta la desarrollan. Todo un invento, oye. Y con el famoso Pinterest a la cabeza del crecimiento en número de internautas, aún más interesantes se vuelven las infografías que aparecen cada día.
Pero claro, elaborar una infografía no es “llegar y hacer”. Uno se pone a buscar en Google cómo hacerlas y voilá, ya tenemos montones de sistemas de crear “facilmente” infografías. Ya. Sí, claro. Fácilmente, dicen. Poneos un rato y veréis. Es como empezar a aprender a jugar al golf o aprender otro idioma, que cuando llevas muchas, pero muchas sesiones crees que le vas cogiendo el tranquillo. 
Y en definitiva, no es lo malo ponerse a hacer presentaciones de todo y para todo. Lo peor del asunto es que a lo bueno se acostumbra todo el mundo: el cliente, el equipo, el jefe …
Qué tiempos estos. Hay muchos que no se conforman ya con una buena puesta en escena, currada y meditada, sino que también quieren que se acompañe, como no, de la consabida infografía, por aquello de que “queda muy bien”.
A ver, señores, que esto no es llegar y hacer. Hala, poneos a ello y me decís.
Añado una buena infografía de esas que circulan por la red.


jueves, 27 de diciembre de 2012

Los dirigentes: ¿estrategas o hábiles comerciantes?


No es ningún secreto. Los partidos políticos, como tantas otras organizaciones, utilizan conocidas técnicas de venta para dar a conocer al público sus mensajes, esperando captar cuantos más clientes posibles que les compren su producto más preciado: el voto.
Siempre nos ha contado en las universidades y en las mejores escuelas de negocios que las estrategias de marketing son una aspecto clave en todo tipo de organizaciones. Podríamos decir que el estilo de dirección de una compañía o un grupo empresarial se define en función de cómo se da a conocer al mercado y en la forma en que hace público su producto, su servicio, sus objetivos o su programa de acción.
Si nos fijamos bien, no son muy diferentes las estrategias comerciales que siguen los grupos políticos a la hora de tomar decisiones y darlas a conocer a los ciudadanos de a pie. Muchas veces parece que en lugar de una estudiada estrategia de comunicación, lo que nos cuentan los dirigentes políticos es lo aprendido en un elemental cursillo de ventas al por menor cuando buscan atraer la simpatía de los ciudadanos votantes.
¿Ejemplos? Muchos. Veamos casos en los que los partidos políticos se dirigen a la ciudadanía para exponer sus ideas como si de una simple y llana promoción de ventas se tratara, siguiendo las alternativas previstas en la mismísima Ley de Ordenación del Comercio Minorista.

Así, vemos como aplican las estrategias de ventas en oferta a la hora de realizar su propia oferta electoral, dado que presentan su actividad destacando sus condiciones más favorables, o su menor coste para el ciudadano. De este modo dan a conocer sus nuevas propuestas para captar así mayor aceptación de las mismas. Sin embargo, no son tan cuidadosos a la hora de respetar la información que requiere este tipo de ofertas, que debe darse con total claridad. Por tanto la frase “donde dije… quise decir…” que tan comúnmente utilizan nuestros dirigentes no sería en modo alguno aceptable en este método de promoción de ventas.
Pero sí aplican sin dudar la cláusula de sustituir el producto por otro de similares características en el caso de disconformidad por parte de cliente. Son especialistas en realizar en tiempo record una promesa similar -pero distinta- a la inicial para dejar conforme al cliente/votante.

Qué podemos decir de la ventas en rebajas, que “solo” pueden hacerse en dos períodos al año ofreciendo los mismos productos que antes pero a menor precio -menos impuestos y más ayudas- y con la misma calidad. Especialmente aplican las rebajas cada cuatro años, con algunos períodos intermedios, coincidiendo mágicamente con los períodos electorales europeos, nacionales, autonómicos o locales. Menos mal que no aprovechan los dos meses de duración máxima de las rebajas. Una campaña electoral tan larga excedería cualquier límite soportable por el ciudadano medio.

En cuanto a la venta de saldos, es decir, de productos cuyo valor de mercado ha disminuido por deterioro, desperfecto u obsolescencia, encaja perfectamente entre nuestra clase política cuando deciden que es un momento idóneo para hacer caja mediante la venta de coches oficiales, enajenación de edificios y otros patrimonios públicos varios y cuadrar así las deficitarias cuentas. Últimamente es tan habitual este método de ventas que algunas administraciones públicas bien podrían añadir a su denominación la categoría de outlet o factory.

Una costumbre muy sana pero poco ejercida por los políticos es la de aplicar el método de ventas en liquidación que supone el cese parcial o total de la actividad en ejecución de una decisión judicial o administrativa. Pero claro está, pensar en ceses o dimisiones sobre todo si es tras una resolución judicial, suena a pérdida de apoyo popular y a posible crisis de gobierno, situación que no gusta nada a nuestros dirigentes y de la que huyen como del agua hirviendo. Claro está que este tipo de ventas dispone de un período máximo de tres meses -lo que no encaja con los ceses fulminantes- y exige no poder ejercer la actividad durante tres años siguientes, al menos en la misma localidad. Pero nada impediría volver a presentarse para ser elegido en otra localidad, o incluso por otro partido, lo que se podría considerar un “cambio de ramo o modificación sustancial del negocio”, fórmula ya prevista por la citada Ley de Ordenación del Comercio.

Sin duda, si hay algún método en el que los políticos se encuentran como pez en el agua es a través de la venta con obsequio o prima, en la que se utilizan regalos, premios o similares, fórmula ideal para distribuir en plena campaña electoral los mecheros, globos, bolígrafos, abanicos y demás quincalla, con entrega inmediata y directamente asociada al producto estrella: el voto. Ahora bien, se exige que las condiciones queden acreditadas ante notario y que no haya variación en la calidad ni en el precio de lo ofrecido, lo que supone una condición harto difícil de cumplir por la clase política, en lo que al programa electoral se refiere.

Finalmente, existe la denominada oferta de venta directa,  en la que el propio fabricante ofrece el producto directamente al público, la más adecuada en mítines, reuniones y visitas multitudinarias, en los que nuestros políticos reciben el feedback de sus incondicionales en olor de multitud. Música, luz, color, puesta en escena, discurso elaborado… todo es útil en este tipo de técnicas de venta.

Toda una serie de formas puramente comerciales de atraer el ansiado voto, que sin duda nuestros dirigentes conocen a fondo y dominan a la perfección.
Cuidan el mensaje con esmero, y al igual que antaño el Director General de Camp, nos dicen aquello de “busque, compare y si encuentra algo mejor…..vótelo”.
La duda siempre surge al valorar la calidad real del producto/programa que ofrecen. ¿Es fruto de una elaborada estrategia política o es solo puro marketing?

martes, 27 de noviembre de 2012

Tecnología y formación: aprender sin libros


Cómo cambian los tiempos.
Desde que se inventó la escritura y hasta los años 80, los libros eran el medio habitual de lectura y de estudio hasta que llegó el ordenador. Y ya en los 90, el ordenador suponía, a juicio de los padres, un riesgo que podía desconcentrar a sus hijos del estudio. Los chavales tenían que hacer pronto los deberes para poder sacar luego un rato y poder jugar con videojuegos, solo si les quedaba tiempo.
Incluso cuando no había todavía ordenadores en las casas, la alternativa para los modernos videojuegos eran los salones recreativos, que hoy son casi una especie en extinción. El amigo que tenía una videoconsola en su casa se convertía en el rey del colegio y todos querían que les invitara a su casa para echar unas partidas.
Eran tiempos donde aún el futbolín  el “pim-ball” competían con los comecocos y los marcianitos, las primeras máquinas que empezaban a parecerse -aunque remotamente- a los modernos videojuegos. Y eran los chavales que más tiempo dedicaban a jugar a las máquinas de videojuegos a los que menos tiempo les quedaba para dedicarlo al estudio, o mejor dicho, a la lectura de libros, que ahora sabemos que no es lo mismo.
Quién nos iba a decir que precisamente el sector de los videojuegos iba a estar entre los de mayor crecimiento y expectativa de futuro, incorporando la tecnología en imagen más puntera.
Muchos de los jóvenes que entonces se escapaban para jugar con videojuegos en lugar de leer libros de texto son ahora ingenieros informáticos o de telecomunicaciones, expertos en imagen digital o creativos de empresas de ocio con las últimas aplicaciones online. Las destrezas y habilidades que estos jóvenes obtuvieron con el uso de las máquinas de entonces, a buen seguro les han ayudado en su posterior desarrollo profesional, aunque solo haya sido porque con el mayor uso del ordenador han tenido la oportunidad de conocer mejores y más actualizados videojuegos.
Quién sabe si con los actuales métodos de enseñanza, basados en créditos varios de contenido cerrado y exámenes a superar, no estamos coartando la creatividad de profesionales que en un futuro demostrarán que había otra forma de aprender y de compartir y demostrar el conocimiento.
Entre tanto, hay cada vez más estudios que indican que la utilización de dispositivos online en las aulas y los trabajos en red se imponen al tradicional método de “estudio individual y prueba final”.
Para muestra, unos cuantos  botones:
- cada vez son más los  padres y madres que comprueban los deberes que tienen sus hijos vía WhatsApp y los profesores que crean blogs para que sus alumnos puedan consultar los contenidos vistos en clase y estar al día de las novedades.
- un 70% de los niños de 2 a 5 años saben usar un ratón de ordenador, mientras que solo el 11% saben atar los cordones de sus zapatos.
- un 90% de los estudiantes opinan que las tablets les pueden ayudar en el estudio más eficientemente que los libros tradicionales
- los e-books son en definitiva más económicos y asequibles para los estudiantes que los libros al uso.
- la gran mayoría de colegios utilizan redes sociales para poner al día a sus alumnos sobre anuncios y comunicaciones.
Buscando en la red he encontrado un par de infografías muy interesantes que ilustran lo que en breve tiempo parecerá obvio, porque ya es una realidad.
Aunque reconozcamoslo: entre tanto, seguiremos compatibilizando el uso de ordenadores, pdas, ebooks y tablets con ese antiguo y gran amigo que siempre nos ha acompañado hasta hoy: el libro en su versión papel. Y cuando no nos vean, echaremos una partida a los marcianos....



miércoles, 3 de octubre de 2012

Interinos


Están a nuestro alrededor y parece que siempre lo han estado. Solucionando los problemas que surgen en el día a día, sin importar cuál sea su complejidad, asumiendo los “marrones” que siempre surgen, aceptando el trabajo tedioso pero necesario, dedicados a la atención al público, a poner al día el archivo “histórico” que hay en toda oficina que se precie y elaborando completos resúmenes e informes de cada tema nuevo que llega al correo electrónico.
Siempre se acuerdan de los interinos para sustituir en vacaciones, para cubrir bajas inesperadas, para coser el roto y zurcir el descosido… A buen seguro hay una cláusula en sus contratos que incluye entre sus funciones: “para lo que haga falta”.
La duración de su contrato es en muchos casos una incógnita que depende de múltiples variables, entre las que se encuentra, por supuesto, la dotación presupuestaria del Capítulo de personal.
Hay interinos que acumulan muchos años de experiencia como tales. Tanto que se nos van haciendo mayores y nosotros también vamos creciendo con ellos. Pero el tiempo que pasa no vuelve y ya no son tan jóvenes cuando se van. Porque un día se van. Quién lo iba a decir, cuando todos estábamos acostumbrados a verlos ahí, con su sonrisa y buen hacer, sin quejarse, haciendo que parezca que no están, pero están. Vaya si están, y cómo se nota cuando ya no están. 
Cuando entran a trabajar tienen las más altas expectativas y a su familia encantada de que hayan metido la cabeza en la Administración. Todos ilusionados por la suerte que han tenido. Siempre se ha dicho que una vez que se entra en la Administración, ya no se sale, pero eso sucedía en otros tiempos. Ahora todo ha cambiado y el sueldo que cobra un interino un mes no se sabe si volverá a cobrarlo el siguiente.
Quiero personalizar esta historia en un interino al que llamaré Emiliano y que bien puede representar a muchos de los internos que han pasado por la Administración en los últimos años. Recuerdo la gran disposición de Emiliano desde el primer día que entró a trabajar. Recién titulado y ya tenía su primer trabajo. Enseguida supo cómo encargarse de las tareas más habituales y no mucho después de todas las demás. Sin darnos cuenta se convirtió en lo más parecido a alguien imprescindible, si es que alguien lo es en algún trabajo.
Derrochaba ilusión, dedicación, atención a sus compañeros y a toda la gente que demandaba sus servicios… Todos estábamos encantados con él. En fin, que él mismo creyó que había encontrado su sitio ideal para trabajar.
Cada tarde dedicaba muchas horas a preparar el temario que supuestamente iba a formar parte de las pruebas que tendría que superar para acceder a puestos similares al suyo de una forma definitiva.
Era raro el día que no explicara a sus compañeros cómo aplicar conocimientos nuevos que iba adquiriendo a medida que avanzaba en el estudio de la oposición que otros consideraban tediosa, larga y complicada, pero que él veía apasionante porque le abriría en su día la puerta definitiva de entrada a la Administración. “Quién iba a pensar que lo que estudias tendría alguna aplicación en el trabajo”, le comentaban no sin chanza sus compañeros, aunque en el fondo estaban encantados de saber que siempre estaba él para solventar cualquier duda que a alguien le surgiera, aún en otros departamentos distintos al suyo.
Alguien le explicó un día que este año no se había previsto publicar ninguna convocatoria de oposiciones para su puesto ni para otros similares. Se le entristeció el gesto porque esperaba la oportunidad de demostrar que era capaz de superar las pruebas dada la preparación que ya tenía, pero al momento recuperó su habitual ánimo y siguió trabajando, si cabe, con mayor dedicación aún. De cualquier modo, pensó, mientras no se convocaran oposiciones seguiría teniendo el privilegio de trabajar, y además en la que ya consideraba su oficina, con el trabajo que conocía bien y al que tanto aportaba. Solo era cuestión de tiempo el que volvieran a convocar las pruebas, al año siguiente.
Pero no se convocaron tampoco al siguiente año, y alguien empezó a comentar que dada la situación de restricción de gasto en la Administración, cualquier día empezarían a despedir a los interinos y hasta iban a congelar los sueldos. Es una exageración, dijeron unos. Hasta ahí podíamos llegar, dijeron otros. Pero Emiliano no dijo nada. Entendía que de algún modo, con mayor o menor sueldo, antes o después le llegaría el momento de superar la tan esperada oposición.
Pero no hubo tal, tampoco ese año. Tras la congelación vinieron las rebajas de enero, también para los sueldos públicos, interinos incluidos, y consecuentemente la temida reducción de plantillas.
Nadie sabe dónde, cómo ni cuándo se tomó la decisión, pero lo cierto es que sin que nadie lo esperara, Emiliano recibió un día su carta de preaviso. La notificación era un papel normal, de los que él estaba habituado a tramitar, de los que con su membrete y su sello distinguía la procedencia, el destinatario y el plazo. Ese plazo que era todo el tiempo que le quedaba para dedicarse a la tarea que, quien lo iba a decir, ya llevaba varios años desempeñando y que una vez pensó que era su tarea. Suya, su puesto y su sitio. Pero no, no era cierto. Nadie le dijo que la calidad en su labor, su especial esfuerzo, ese carisma que nadie como él tenía en el trabajo, no puntuaba en ninguna oposición. ¿Cómo lo explicaría en casa? Fue lo primero que le vino a la mente, porque le era muy difícil explicar por qué de entre todos los gastos que había que eliminar, era precisamente su sueldo el más prescindible. No es que creyera que su labor era más importante que la del resto de sus compañeros, pero él mismo recordaba haber elaborado informes que fueron muy reconocidos por sus jefes, en los que incluso proponía cambios que optimizaban el funcionamiento del departamento, haciendo que con el mismo esfuerzo, el resultado fuera mucho mejor que el acostumbrado y así poder abordar tareas nuevas, controlar mejor las que ya se venían haciendo y liberar además tiempo para que todo el mundo pudiera formarse.
Formarse. Eso había hecho él toda su vida desde que la memoria le alcanzaba. Siempre se había esforzado en estudiar porque disfrutaba de saber que cada día era más conocedor de las cosas, y más capaz de mejorar su entorno con las competencias que iba adquiriendo. Pero ahora se preguntaba en qué se había equivocado. Cuál era ese aspecto sutil que se le había pasado por alto y que hacía que se encontrara en total fuera de juego sin esperarlo y sin entenderlo.
Todo el mundo quiso despedirse de él el día que recogió sus cosas y su mesa quedó vacía. Pero nadie sabía cómo hacerlo, porque todos entendían que se había convertido en parte esencial de la organización y sin él la oficina ya no volvería a ser la misma.
Escuchó palabras de ánimo, de que eran cosas de la crisis, de que todo el mundo estaba afectado por los recortes, etc. etc. Pero él solo escuchó lo que sabía que era lo más importante: cuál sería su próximo paso a dar. ¿La oficina de empleo? Claro. Había mantenido activa su tarjeta de demandante en mejora de empleo todo ese tiempo, porque de un modo u otro le había permitido acudir a cursos de reciclaje relacionados con su especialidad. Pero esta vez no acudiría para informarse sobre la formación a recibir, sino para solicitar una prestación económica que le ayudaría económicamente mientras buscaba un nuevo empleo.
Sí, encontraría un nuevo empleo, superando nuevas pruebas de acceso, más entrevistas, buscando en la web, preguntando a los amigos, atento a cualquier oportunidad y, por qué no, incluso pensó en crear su propio empleo. Con los conocimientos y destrezas que ya había adquirido todo era posible. ¿Por qué no? ¿Por qué no ahora? Con más edad que la que tenía cuando entró a trabajar como interino en la Administración, pero también con más experiencia y más capacidad. Porque se sentía capaz y se sabía útil. Solo era cuestión de tiempo y de seguir esforzándose como siempre había hecho, como él sabía hacer.  
El tiempo pasó y muchas cosas le sucedieron después a Emiliano y a los que como él pasaron por la Administración  ocupando temporalmente un puesto de trabajo. Pero el resto de la historia solo puede contarla su protagonista. Eso le corresponderá a Emiliano. Quizá la historia aún no puede contarse porque está aún por suceder.

lunes, 30 de julio de 2012

Empleo y desempleo juvenil: evolución, situación y propuestas


A veces me pregunto si es ético publicar en frío y sin anestesia los datos de economía y de empleo. A pesar de que uno de los grandes logros de la sociedad actual ha sido el acceso inmediato, completo y de un modo claro y transparente a la información que nos afecta, a la vista de las noticias que nos llegan en los últimos tiempos, uno se pregunta si algún responsable de salud pública no debiera filtrar la información unos minutos antes de ser lanzada -así, sin avisar- a los mortales que corren el riesgo de sufrir un síncope si se toman de un trago las insufribles dosis de malas nuevas con que nos regalan cada día los medios de comunicación.  
No me puedo resistir a pensar si las cosas realmente están tan mal como nos las cuentan, o nos están engañando porque van aún peor y el filtro del responsable de salud pública está haciendo ya su compasiva labor.
Basta echar un pequeño vistazo a la EPA del segundo trimestre que publican los diferentes medios de comunicación para observar que además del record de ganar consecutivamente Eurocopa-Mundial-Eurocopa de fútbol, también hemos superado en España todos los registros con el mayor número de personas sin trabajo de la historia. Si ya de por sí llama la atención la tasa de no-empleo del 24,63%, lo que pone la carne de gallina es ver que nuestro futuro como país está más que comprometido sin consentimos mantener nada menos que un 53,28% de nuestros jóvenes sin encontrar su sitio en el mercado laboral. Esto supone que si no cambian las tornas pronto, nos podríamos llegar a acostumbrar a esta situación, lo que es peor aún. Sería tan grave como aceptar que fracasen más de la mitad de nuestros proyectos de futuro o que fueran fraudulentas la mayoría de las transacciones económicas, que nos engañaran en la mayoría de nuestras compras o que uno de cada dos billetes en circulación fuera falso… o que la mayor parte de las noticias que nos llegaran fueran falsas.
Para contrastar la información, siempre es bueno contrastarla con otras fuentes, así que echando un vistazo al documento publicado recientemente por la Organización Internacional del Trabajo sobre tendencias de la juventud http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/documents/publication/wcms_180976.pdf
podemos ver que la crisis ha tenido en el mundo un efecto claro en el desempleo juvenil, aumentando desde el 2007 hasta hoy, alcanzando una tasa del 12,7% (lejos del 53,28% de España) y con una previsión de mantenerse en el mismo nivel hasta el 2016, especialmente en las economías desarrolladas y en los países europeos. Sin duda en España firmaríamos tener ese 12.7% y mantenerlo hasta el 2016 y muchos años más.
Es curioso ver que incluso en los países de creciente apogeo del este de Asia la tasa de desempleo juvenil en 2011 ha sido 2,8 veces superior a la tasa de paro de los adultos.
Pero entonces, ¿qué hacen los jóvenes del mundo cuando se sienten desalentados por la falta de trabajo? Muchos de ellos hacen lo lógico: continuar o ampliar sus estudios.
Deberíamos plantearnos qué consecuencias puede tener la escasa y tardía incorporación de los jóvenes al mercado laboral. En primer lugar es innegable que crece la ansiedad en los jóvenes ante la tardanza en tener posibilidades de probar sus cualidades y ser recompensados por su labor mediante un trabajo y un salario adecuados a su nivel profesional. Por otro lado, los jóvenes que consiguen algún trabajo lo hacen con contratos temporales, atrapados en baja productividad y sin oportunidades para pasar a un trabajo más permanente, de mayor productividad o mejor remunerado. Además , según la OIT, en las economías desarrolladas, los jóvenes están cada vez más empleados en trabajos no convencionales y la transición hacia el trabajo decente sigue siendo postergado. En España se ha promovido el contrato a tiempo parcial principalmente desde febrero de 2011, pero a pesar de su crecimiento no ha supuesto un descenso en el desempleo juvenil ni se ha desligado de su principal característica: la temporalidad. Al contrario, en este entorno de crisis, el empleo a tiempo parcial y el contrato temporal se convierte en muchos casos en la única opción disponible para los jóvenes de la Unión Europea, lo que tiene consecuencias nada favorables en el poder de negociación de los jóvenes, en las condiciones de seguridad en el trabajo y en la más acentuada dualidad en el mercado laboral. El empleo a tiempo parcial ha crecido más rápido entre los jóvenes que entre los adultos entre el segundo trimestre de 2008 y 2011, registrando un aumento de 11,8 puntos porcentuales en España, frente a un 3,6% de la Unión Europea. De igual modo, el crecimiento del empleo temporal entre los jóvenes ha aumentado 4,3 puntos, más del doble que entre los adultos.
No obstante, muchos jóvenes encuentran una solución en la incorporación a empresas de carácter familiar o en la creación de empleo por cuenta propia lo que facilita, paradójicamente, la creatividad y puesta en marcha de nuevas ideas que pueden dar lugar a empresas exitosas de futuro.
No hay duda de que el mejor escudo contra el desempleo es la mejora de la empleabilidad a través de una mayor y más actualizada formación. El hecho se hace aún más patente entre los “NINIS” que suponen al menos un 10% de los jóvenes, por lo que cobran especial prioridad el desarrollo de los servicios públicos de empleo y programas y medidas de políticas activas de empleo que motiven a los empleadores a incorporar  jóvenes a sus plantillas.
Pero más allá de la situación actual, las consecuencias a largo plazo de la crisis para los jóvenes deben tener una consideración aún mayor para evitar la pérdida de habilidades y la percepción negativa de los empresarios hacia los jóvenes que lleven un período prolongado en desempleo o en situación laboral inestable. O lo que es más importante, afectar a la expectativa y visión del trabajo y el valor del esfuerzo por parte de los jóvenes, que son los futuros profesionales de los que dependerá en breve nuestro mercado laboral.
Todos los esfuerzos serán pocos para evitar que los síntomas de hoy se conviertan en enfermedades crónicas de difícil recuperación en un mañana cada vez más cercano. Para ello es necesario destinar recursos a financiar las inversiones necesarias en materia de promoción de empleo juvenil. Sin embargo, las medidas de austeridad en la zona euro están provocando que los recursos y la financiación a este fin sea a menudo muy limitada, lo que supone un mal presagio para la deseada rápida recuperación del empleo de los jóvenes.
Deben por tanto promoverse estrategias sectoriales, eliminando restricciones a la inversión y desarrollando políticas activas de empleo diferentes que se adapten a las necesidades específicas de los jóvenes, tales como promover la creación de empleo directo en pequeñas empresas y cooperativas, potenciar los servicios de empleo, bolsas de trabajo y servicios de asesoramiento con implicación del sistema educativo, así como programas de desarrollo y reconocimiento de competencias. Sin olvidar las subvenciones e incentivos fiscales que impulsen la contratación de jóvenes por parte de los empleadores.
Es el momento de actuar, para que la crisis no se convierta principalmente en una crisis del empleo juvenil. El diálogo social es clave para crear sinergias positivas entre el desarrollo económico y social, reduciendo el miedo y la incertidumbre y evitar que la generación más preparada que ha existido se convierta en la ya denominada "generación perdida".